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Todas las personas que conviven con fumadores son fumadores pasivos, ya que inhalan su humo y, con él, alguna de las cinco mil sustancias nocivas que contiene. Resultado científicamente probado: enferman más. En los niños, este riesgo es mucho mayor, ya que su sistema respiratorio es aún inmaduro y no cuentan con las suficientes defensas, sobre todo si tienen menos de tres años.
La Organización Mundial de la Salud calcula que aproximadamente la mitad de los niños en el mundo están expuestos al humo ambiental de tabaco. En España existen pocos datos al respecto, pero se estima que entre un 47 y un 75% de los niños españoles son fumadores pasivos en casa.
Se ha estimado que la dosis total de nicotina que reciben los hijos de fumadores es equivalente al hecho de fumar entre 60 y 150 cigarrillos al año, según un estudio español. La Asociación Española contra el Cáncer advierte de que los hijos de padres fumadores padecen un 30% más de infecciones respiratorias (sobre todo bronquitis y neumonía), un 20% más de crisis asmáticas y un 50% más de otitis que los hijos de padres no fumadores.
El tabaquismo pasivo en la infancia también se relaciona con una mayor incidencia de muerte súbita del lactante, desarrollo de síndrome metábolico (obesidad + colesterol alto + diabetes + hipertensión) y cáncer desde la edad infantil. Además, estos niños son más propensos a padecer alergias, ictericia e irritabilidad. Es decir, presentan un peor estado de salud general.
Embarazadas fumadoras
Que la madre fume durante el embarazo es otra gran fuente de problemas:
- La nicotina y el monóxido de carbono del cigarrillo atraviesan la placenta, lo que aumenta hasta un 20% el riesgo de aborto espontáneo y de parto prematuro.
- El feto está más expuesto a sufrir malformaciones congénitas y bajo peso al nacer.
- Además, el tabaquismo materno multiplica por 1,5 las posibilidades de muerte súbita del lactante, es un factor inductor del asma bronquial y provoca una menor producción de leche y con menor contenido de grasa, lo que hace que los niños ganen menos peso.
Los datos demuestran que las españolas no son muy conscientes de estos riesgos: aunque en torno al 20% de las fumadoras embarazadas logra dejarlo en los primeros meses de gestación, más del 30% continúa aspirando humo sin parar durante todo el embarazo creyendo equivocadamente que sería peor la ansiedad que les produciría dejarlo.
Y no podemos pasar por alto que el tabaco también perjudica a la capacidad reproductiva del padre: los tóxicos hacen que su semen tenga peor calidad y, por tanto, su fertilidad desciende.
¡Queremos aire limpio!
Ten en cuenta que abrir las ventanas para que se vaya el humo del tabaco NO es suficiente, ya que las sustancias tóxicas del cigarrillo permanecen varios días en el ambiente y en los objetos, aunque se ventile la casa.
No les expongas
Para proteger a los niños del tabaco de nada sirve fumar en la terraza, con la ventana abierta o cuando los pequeños se han acostado. El humo no solo contamina el ambiente, sino que también impregna las manos, el cabello, la ropa, las alfombras o los sofás, tanto del hogar como del coche.
Si fumas y tienes niños, lo mejor es que lo dejes cuanto antes. Pero mientras lo consigues, lo más conveniente es que te cambies de ropa al llegar a casa, que dejes que se airee en una habitación bien ventilada a la que no tengan acceso los pequeños y que te laves a fondo las manos.
Deja de darles más ejemplo
Si la salud de tus hijos o tus nietos es para ti lo más importante, ya tienes un buen motivo para dejar de fumar desde hoy mismo. Distintos estudios han puesto de manifiesto que cuando los padres son fumadores, especialmente cuando lo es la madre, el riesgo de que los hijos acaben incorporando el hábito tabáquico desde la adolescencia es muy elevado. En España, la iniciación al tabaco es cada vez más precoz: más del 52% empiezan a fumar entre los 14 y los 16 años, aunque el primer contacto con el cigarrillo tiene lugar cada vez a edades más tempranas. En estos momentos, el tabaquismo en mujeres adolescentes (que serán las futuras madres) es cada vez mayor, superando actualmente a los varones.
Según los expertos, uno de cada tres fumadores adolescentes desarrollará una fuerte dependencia en la edad adulta, lo que significa aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades, principalmente cardiovasculares, respiratorias, inflamatorias o infecciosas, así como diferentes tipos de cáncer.
Si fumas y tienes hijos fumadores, un buen estímulo para abandonar este funesto hábito es dejarlo juntos. Podréis apoyaros mutuamente, y cada día que paséis sin probar ni un cigarrillo será mucho más satisfactorio para todos.