Adolescentes ¿Cómo saber si tu hijo bebe?

Tres cuartas partes de los adolescentes españoles beben alcohol, según datos del Plan Nacional sobre Drogas. Aunque no hay método infalible, la educación es clave para cambiar esa tendencia y detectar los primeros indicios de que nuestros hijos beben. Te contamos cuáles son.

Los datos del consumo de alcohol entre nuestros jóvenes están lejos de ser satisfactorios. Según el Plan Nacional sobre Drogas, el 76,8 por ciento de los adolescentes de entre 14 y 18 años ha consumido alcohol en el último año, y el 68,2 por ciento en el último mes. Es más, según la institución, la edad media de inicio en el consumo de alcohol es de 13,9 años, muy temprana. «Como sociedad no nos podemos permitir que nuestros menores beban alcohol a esa edad», opina Elena Martín, de la Unidad de Apoyo de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. Para luchar contra esas más que negativas cifras, la experta advierte de que no basta con vigilar a nuestros adolescentes para impedirles que beban alcohol: la prevención ha de empezar desde que son pequeños. «No se trata de controlar para fiscalizar, sino de implicarnos con ellos, de conocer sus intereses, de saber qué hacen y con quién van, y para saber con tiempo si el alcohol forma parte de sus planes», sostiene.

El consumo temprano de bebidas alcohólicas no entiende de género. Es más, según Martín, las últimas estadísticas revelan que, al igual que sucede con el tabaco, las chicas consumen más alcohol que los varones. Pero, sean ellas o ellos los que beben, la peor parte de este problema es el efecto negativo que dicho consumo tiene sobre la salud y las relaciones sociales de nuestros menores.

Daño físico y mental

«Cuando consumen alcohol, los adolescentes hacen daño a su salud física y a su salud intelectual», explica Martín. La ingesta de bebidas alcohólicas puede afectar al hígado, al páncreas y al cerebro, así como al sistema nervioso central, el responsable de la resolución de tareas. Entre los daños intelectuales, la especialista destaca los déficit de memoria y atención derivados de la ingesta de alcohol, que se pueden traducir en una disminución del rendimiento escolar.

Pero la lista de daños no acaba aquí. Según Elena Martín, los menores que beben alcohol pueden comportarse de forma más agresiva con amigos, compañeros de clase, profesores o familiares; pueden llegar a tener relaciones sexuales en las que por una de las partes no haya consentimiento, e incluso pueden estar abriendo la puerta al consumo de otro tipo de sustancias adictivas a esa edad o incluso en el futuro. Todo ello sin olvidar que la injerencia del alcohol en el proceso evolutivo físico y mental puede dejar secuelas.

De ahí que sea tan importante detectar si nuestros hijos o nietos consumen alcohol. ¿Cómo? Según Elena Martín, un cambio brusco de comportamiento en el adolescente puede ser un claro signo de un cambio de hábitos que incluya la ingesta de alcohol. Lo mismo sucede con un cambio, normalmente a peor, del cuidado y aseo personal, con los trastornos del sueño o la pérdida de peso.

Además, Martín indica que es muy importante que los padres de adolescentes estén pendientes de dónde van y con quién van. «Insisto en que no se trata de fiscalizar lo que hacen nuestros hijos, sino de compartir con ellos lo que viven para poder entablar conversaciones que les interesen, pudiendo así alertarles sobre lo problemático que es el consumo del alcohol para su salud».

Tolerancia cero

En esta línea, la especialista también recomienda a los padres adaptar los horarios de salidas nocturnas de sus hijos a sus edades y, en la medida de lo posible, reservar los momentos que los adultos dedicamos al consumo de alcohol a cuando los hijos no están presentes.

A lo anterior, nuestra experta añade una cosa más: «Pensar en la tolerancia que tenemos respecto al consumo del alcohol en nuestro país. No podemos decir eso de que porque un adolescente o niño se beba un chupito de alguna bebida alcohólica no pasa nada, porque sí pasa algo», advierte. «El consumo de alcohol en nuestros menores ha de ser igual a cero si queremos que no afecte a su salud», asegura Martín.

Aunque con matices, en esta lucha contra las bebidas alcohólicas en nuestros menores, la experta también habla de cómo las redes sociales pueden ayudarnos a identificar si nuestros hijos beben. «Las redes sociales, como en todo, si las usamos bien nos pueden ayudar, pero… ¡atención!, porque si las usamos mal también se nos pueden volver en contra y perjudicarnos», sostiene.

A la hora de comparar la ingesta de alcohol entre nuestros jóvenes con la de los de otros países vecinos, Martín asegura que «España está bastante arriba en ese ranking (es decir, entre los países donde mayor número de menores bebe alcohol)».

No obstante, dejando a un lado las estadísticas, Martín sostiene que «con que haya un solo menor que bebe alcohol ya es suficiente para no estar contentos. Tenemos que seguir trabajando para que baje el número de menores que bebe alcohol; tenemos que generar un debate social, hacer algo parecido a lo que se hizo con el tabaco, que por fin está muy mal visto. Tenemos que concienciarnos de que no podemos permitirnos el lujo de que nuestros menores beban alcohol». Una concienciación que, insiste Martín, ha de venir de todos los frentes posibles, incluidos los padres y los profesores.

Un cambio brusco en el comportamiento puede ser un indicio del consumo de alcohol

El cerebro se lleva la peor parte

Consumir alcohol daña el desarrollo intelectual de nuestros menores porque afecta gravemente a la forma en la que el cerebro se desarrolla, limitando su potencial de futuro. De hecho, según el informe Menores ni una gota, más de 100 razones para que un menor no beba alcohol, elaborado por el Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales y la Federación Española de Bebidas Espirituosas, el deterioro de capacidades como la planificación, la toma de decisiones, el control de impulsos, la memoria y muchas otras actividades tienen relación con beber a estas edades. ¿Por qué? Porque el lóbulo frontal, la parte del cerebro que nos diferencia del resto de animales y encargada de dirigirlo, es la que más afectada queda con el consumo de alcohol a estas edades, ya que se encuentra en etapa de remodelación.

Al llegar a casa…

Si sospechas que tu hijo bebe alcohol de forma habitual, vigílalo al llegar a casa los fines de semana. Si ha bebido, es posible que se quiera encerrar en su habitación enseguida, pero trata de cruzar con él algunas palabras: si ha consumido alcohol, lo podrás detectar por su aliento. También es posible que esté mascando chicle para enmascarar el mal olor. Además, puede presentar enrojecimiento ocular y facial y cierta torpeza de movimientos o, por el contrario, desinhibición y euforia.

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