SABER VIVIR COMUNICACIÓN, S.L.
Bill Gates, uno de los fundadores de Microsoft y el hombre más rico del mundo, dejó la Universidad sin acabar sus estudios. El actor Kevin Bacon abandonó el instituto a los 17 años y se fue a Nueva York para enfocarse en su carrera de actor. El director, productor y guionista Stanley Kubrick tuvo tan malos resultados en el instituto que no pudo acceder a la Universidad. Harry Truman, todo un presidente de los Estados Unidos, apenas acabó la enseñanza secundaria. Y el empresario español Amancio Ortega, dueño de la corporación Inditex y cuarto hombre más rico del mundo según Forbes, también carece de educación superior.
Después de todos estos ejemplos, ¿sigues pensando que dejar los estudios aparcados es un drama o que tener una carrera le garantiza un futuro más brillante a tu hijo?
No nos vamos a engañar: cuanto mayor es el nivel formativo de una persona, mayores serán sus posibilidades de hallar un trabajo que le satisfaga y con el que se sienta realizado. Por eso a los padres les cuesta tanto asumir que su hijo les diga que ya no quiere estudiar. Y también porque desde que nace, en ese hijo o hija están puestas muchas de sus ilusiones y consideran un fracaso personal que dejen los estudios. Pero la negativa a estudiar de algunos chavales es real y hay que asumirla. «Lo primero es escuchar los argumentos del chico y reconocer cómo se siente para identificar sus motivos –explica el psicólogo Francisco Pastor–. A continuación, averiguar si es una decisión tajante y, si no lo es, insistirle para que siga con los estudios. Y, finalmente, si esa es su decisión, lo que se impone es ver qué alternativas tiene y ponerlas todas encima de la mesa».
La primera, casi siempre, suele ser el incorporarse al mercado laboral. Pero en la situación actual, con más del 25% de la población activa en paro, es muy complicado.
La segunda puede ser hallar una formación no reglada y específica que le interese. Es decir, formarse en una profesión con vistas a incorporarse al mercado laboral.
Pero hay otras alternativas: el deporte, el trabajo en una ONG, las actividades artísticas, la creación de su propia empresa... Cualquier cosa menos quedarse en casa viendo el tiempo pasar.
Opciones al estudio... y al trabajo
Si tu hijo no desea seguir estudiando, la primera opción suele ser ponerse a trabajar. Pero, además del mercado laboral, hay otras alternativas que también son muy válidas:
ANÍMALE A QUE EMPRENDA. Montar un negocio con una idea que le motive le enseñará a gestionar dinero, tiempo y recursos, a conectar con el público, a crear equipos de trabajo, a defender las propias propuestas… Si consigue llevar adelante su idea, no solo se habrá labrado una profesión; también le habrá ayudado a formarse ampliamente.
DÉJALE CREAR. Pintura, música, cerámica dibujo, fotografía, escultura... ¡y hasta escribir! En las actividades creativas, si se entrega con ahínco a ella, puede estar su futuro. Es bastante improbable que consiga el éxito al instante, pero sin trabajo duro no hay fama.
QUE ENTRENE DURO. Si es deportista y se niega a estudiar, anímale a que se aplique en los entrenamientos. El deporte, en cualquier ámbito, puede ser una opción profesional.
¿Y SI AYUDA EN UNA ONG? No exigen título y es una experiencia enriquecedora. Las hay de todos los tipos y seguro que hay alguna que se adapta a sus gustos y características.
¡NO ABANDONES! Nunca es tarde para reintentarlo
Que un chaval no quiera estudiar no quiere decir que todo esté perdido. Con estas técnicas, posiblemente consigas que lo vuelva a intentar.
Implícate aún más en su educación.
Habla con los profesores sobre cómo abordarlo.
Charla con él sobre sus responsabilidades.
Averigua si tiene dificultades para el aprendizaje y trata de atajarlas.
No lo compres. Los premios no sirven.
Establécele unas rutinas de estudio.
Supervísalo y elógialo si trabaja bien.
Y si nada funciona, ve a un terapeuta.