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Un buen maquillaje te permite resaltar los puntos positivos del rostro y disimular los desfavorables. En el mercado hay muchos tipos de bases de maquillaje, pero todas se aplican de igual manera para conseguir el mismo objetivo: fundirse con la piel. Una base perfecta unifica la textura de la piel y, a la vez, debe mostrarse invisible tanto con luz artificial como natural.
Si quieres que la base de maquillaje aguante inalterable todo el día, puedes aplicar encima de ella unos polvos minerales. Con ello conseguirás un acabado mate que será el lienzo perfecto sobre el que dibujar un look natural diario o un maquillaje sofisticado de noche. Pero lo primero es seleccionar el fondo más adecuado para cada tipo de piel.
¿Existe un tipo de fondo para cada piel?
Texturas fluidas, compactas, en polvo, en crema… Cada una tiene un objetivo distinto. Conocerlas es el primer paso para saber cuál nos conviene.
- Emoliente. Es ideal para las pieles secas y maduras por sus propiedades nutritivas.
- Fluida. Se aplica con mucha facilidad y ofrece un resultado muy natural. Como no es muy cubriente no produce un efecto máscara sobre cutis con arrugas.
- Crema. Es una emulsión de agua en aceite que resulta muy untuosa. Dependiendo de la cantidad que apliquemos, tiene un efecto cubriente mayor o menor, por lo que es ideal para un maquillaje de noche y también para las pieles maduras.
- Mousse. Esta ligera textura es la mejor para pieles jóvenes sin imperfecciones.
- En barra o compacta. Aunque tiene gran capacidad de cobertura es un producto ligero, por lo que resulta más adecuado para la noche y la temporada invernal. Sin embargo, no es recomendable para pieles grasas por su alta proporción de aceites y ceras.
- En polvo. Es la mejor opción para las pieles grasas y mixtas, pues absorben el exceso de sebo y evitan el desplazamiento del color y los brillos. Es una mezcla de maquillaje y polvos que se aplica con una esponjita de manera sencilla.
Para elegir cuál es el tipo de base de maquillaje que mejor sienta a nuestra piel hay que tener en cuenta cuatro variables: el tono de piel, la edad, el tipo de cutis y la estación del año.
- El tono. Al elegir el maquillaje más adecuado para el color de nuestra tez solemos cometer dos errores. El primero es usar tonos muy por encima del nuestro para aparentar un look bronceado. El tono de maquillaje que se funde con nuestra piel y consigue mostrarse inexistente a la vista es el correcto. No debemos caer en el error de comprarlo más oscuro que nuestra piel porque mostrarás un aspecto artificial. Si queremos obtener más color, debemos utilizar unos polvos con un ligero tono dorado y saludable. El segundo error es probar las tonalidades en la muñeca: deben probarse en el cuello, ya que es la región que más delata si el tono elegido es el adecuado.
- La edad. No es lo mismo maquillar un rostro de 25 que uno de 55 o 75. ¡Cuidado! Algunos maquillajes pesados otorgan uniformidad al rostro a cambio de un aspecto acartonado. Para evitarlo, es mejor pedir una muestra y probarlo antes en casa. A mayor edad es necesario usar maquillajes más fluidos y optar por los de última generación, que proporcionan hidratación y efecto relleno en las zonas aplicadas. Los compactos son más aptos para pieles jóvenes.
- Piel seca, mixta o grasa. Tenemos que elegir el maquillaje fijándonos en las características de nuestro cutis. Las pieles secas aceptan mejor los oleosos y las mixtas o grasas, deben optar por una composición oil-free. Por ejemplo, las pieles con acné deben elegir una fórmula para controlar la grasa que no sea comedogénica.
- La estación del año influye ligeramente en el tono que debemos elegir. Para el verano nos apetece vernos el rostro con otro color, pero, ¡cuidado! un tono excesivamente superior resulta antinatural. Para ello existen las BB y las CC creams, tratamientos de textura fluida que combinan la hidratación con el color del maquillaje.
Una base perfecta unifica la textura de la piel y debe mostrarse invisible a la luz natural y artificial
Cómo aplicar una base paso a paso
1. Siempre sobre una piel recién lavada. Tanto si es para primera hora de la mañana como para un evento de noche, recuerda que una base de maquillaje no se asienta bien sobre la grasa del cutis o el polvo o la suciedad acumulados durante el día.
2. Prepara bien la piel previamente con una hidratante. También existen tratamientos potenciadores pre-base que se aplican después de la crema. Denominados “booster”, ayudan a proteger la piel, la preparan para que otros productos penetren mejor en ella y permiten que el maquillaje se mantenga intacto durante más horas.
3. Corrige las imperfecciones con correctores con color. Así podrás ocultar los defectos de la piel. Al mezclar los colores, sus tonos se neutralizan mutuamente. El verde neutraliza el rojo de la rosácea, las cicatrices recientes, los vasos sanguíneos que se ven y las rojeces post-láser. Mientras, el amarillo neutraliza al azul de las ojeras, de las venitas azules y de las marcas post-operatorias.
4. Comienza aplicando tu base de maquillaje con las yemas de los dedos: frente, pómulos, tabique de la nariz y la barbilla. Luego extiéndela como si fuera una crema. La técnica de aplicación no es la misma dependiendo del tipo de base que elijas: crema, fluida o compacta. Aplícala con una brocha y mézclala con los dedos o con una esponja específica para conseguir un aspecto natural.
5. Para terminar aplícate unos polvos para fijar el corrector y la base de maquillaje y matiza las zonas más propensas al brillo como la frente, la barbilla y los laterales de la nariz.
Elegir una base de maquillaje de un tono superior al de nuestra piel es un error habitual
“Masterclass” de maquillaje
Te aclaramos en qué consisten las últimas técnicas de maquillaje y cómo realizarlas tú misma para sacarles (y sacarte) el máximo partido.
- Contouring. Es una técnica clásica de maquillaje que utiliza las luces y las sombras para remodelar, esculpir y definir los contornos del rostro. Lloyd Simmonds, Director Creativo de Maquillaje de YSL Beauté, aconseja usar dos tonos de polvo: claro y oscuro. Aplica el más oscuro a lo largo de la línea de la mandíbula, el hueco de las mejillas, las aletas de la nariz y sube hasta la parte inferior de las cejas y a lo largo de la línea del cabello. Difumínalo con la brocha.
- Highlighting. Tras oscurecer, lo siguiente es iluminar. Al contrario que el contouring, el highlighting aporta volumen. Añadir un toque de luz intensifica el efecto visual creado por las zonas de sombra y aporta una definición más marcada y estructurada del rostro. Aplica primero los polvos sobre la parte superior de los pómulos y continúa sobre el arco ciliar. A continuación, carga de nuevo la brocha y pásala por aquellas zonas del rostro a las que quieras dar mayor volumen, como el centro de la frente, el caballete de la nariz y el centro del mentón. Suaviza las líneas y difumina con cuidado para eliminar las marcas del maquillaje.
- Strobing. Es una técnica para reforzar la luminosidad con un acabado ligeramente irisado. Úsalo como toque final. Aplica con toques suaves un iluminador en la parte superior de los pómulos, del caballete de la nariz, las sienes y el arco ciliar.
Una cicatriz no es solo física
Los problemas de la piel a veces pueden dañar la imagen que la persona tiene de sí misma y afectar a las relaciones sociales. Para mejorar la vida de pacientes con quemaduras o efectos secundarios de tratamientos médicos, algunos centros dermatológicos ofrecen talleres de maquillaje correctivo. El objetivo es que estas personas restauren su confianza.