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Pocas son las mujeres, tanto jóvenes como de edad más avanzada, que alguna vez en su vida no han sufrido una infección bacteriana del tracto urinario, o como todos la conocemos, una infección de orina o cistitis. Aunque este tipo de infecciones no sabe de sexos, es en las mujeres en las que se dan más factores que pueden favorecerlas, como el embarazo, la llegada de la menopausia, el uso de comprensas higiénicas o el hecho de que la uretra femenina mida solo unos tres centímetros, lo cual permite a las bacterias llegar con más facilidad a la vejiga. En el caso de los hombres, las infecciones de orina son una molestia habitual si tienen la hiperplasia benigna de próstata. En concreto, se sabe que el 43% de las mujeres de más de 25 años y un 40% de los hombres han padecido este problema al menos una vez en su vida.
Una vacuna personalizada
Con el fin de erradicar las infecciones de orina recurrentes, se han creado las autovacunas, que se elaboran a partir de cepas bacterianas inactivadas obtenidas de la orina del propio paciente. De esta forma, el organismo crea defensas contra el microorganismo que está causando la infección sin necesidad de antibióticos. Lo que origina esta vacuna es una respuesta inmunológica defensiva contra los microorganismos empleados en la elaboración de la autovacuna.
Este tipo de vacuna está especialmente indicada para las personas en las que el problema se repite más de tres veces al año y que responden mal a los tratamientos convencionales, por lo que la cistitis presenta tendencia a volverse crónica. Prácticamente, no conlleva efectos secundarios destacables, y de hecho, se administra a niños sin ningún problema.
Siempre que se sientan los síntomas propios de una infección urinaria se debe acudir al médico de familia, quien remitirá al paciente al urólogo si es preciso. Es este especialista quien prescribirá la administración de una autovacuna bacteriana en los casos necesarios.
El origen del problema
Una infección de orina surge cuando se produce una invasión microbiana en el aparato urinario que consigue sobrepasar los mecanismos de defensa del individuo. Una vez que cruza esta barrera, es capaz de afectar a todas las estructuras del aparato urinario, desde el meato uretral a la corteza renal.
Las infecciones de este tipo suelen presentarse con síntomas característicos más o menos claros, pero también hay numerosos casos en los que el afectado no nota ningún síntoma, algo le ocurre a casi al 50% de las mujeres mayores de 70 años que padecen una infección urinaria.
Por otro lado, dependiendo de cómo evoluciona, se pueden diferenciar entre infecciones agudas, crónicas y recurrentes.
Se repite una y otra vez
Este problema suele tratarse de manera satisfactoria con antibióticos; sin embargo, por diferentes circunstancias, en ciertas personas la infección vuelve a surgir al cabo del tiempo, es decir, se convierte en recurrente, hecho que ocurre hasta en tres de cada diez casos. Es especialmente frecuente que las infecciones de orina se vuelvan recurrentes durante la menopausia, debido a la disminución de la producción de estrógenos, hormonas que ejercen una acción protectora en la mucosa del aparato urinario y genital.
Además, el hecho de mantener orina retenida después de ir al baño, también favorece que surja el problema”. Otros factores, como la diabetes o la existencia de cálculos renales conllevan que las infecciones se repitan. Cuando esto ocurre, el individuo no sólo padece los molestos síntomas, sino que también corre el riesgo de que la infección dé origen a trastornos más graves, como una infección en el riñón, o en el caso de los varones, en la próstata o en los testículos.
Más aplicaciones
Las autovacunas se elaboran también para combatir otras infecciones recurrentes originadas por bacterias, como infecciones otorrinolaringológicas (sinusitis, otitis, rinitis, faringitis, amigdalitis), infecciones de las vías respiratorias bajas (traqueítis, bronquitis), infecciones oftalmológicas (conjuntivitis bacterianas, meibomitis, blefaritis), infecciones cutáneas (acné, forunculosis, piodermia) e infecciones ginecológicas (vaginitis, bartolinitis).
El modo de administración puede ser por vía sublingual, nasofaríngea (spray) o intramuscular (inyectada).
Puedes tener infección si...
- Sientes escozor o dolor al orinar.
- Si la molestia se mantiene después de haber orinado y se extiende a la parte baja del abdomen o a zona lumbar.
- Necesitas ir al baño continuamente.
- Tienes dificultad para orinar (tus micciones son escasas y entrecortadas).
- Sientes malestar general, nerviosismo o febrícula (hasta 38 ºC).