Acné... ¿a mi edad? Salva tu piel de los granitos

Tratar de ocultar este problema “tapándolo” con maquillaje no sirve de nada. Plántale cara poniendo en práctica buenos hábitos que mejorarán el aspecto de tu cutis.


¿Quién dijo que tener granos es cosa “solo” de adolescentes? Es cierto que este trastorno dermatológico es muy característico de la etapa de crecimiento y, más concretamente de la pubertad, ya que afecta al 70% de los jóvenes entre 12 y 18 años, pero el acné en los adultos es mucho más común de lo que se cree. De hecho, en los últimos años se ha producido un aumento considerable de la población adulta que presentan esta alteración en el cutis, y en la actualidad, el 30% de los pacientes de las consultas de dermatología superan los 25 años, una edad que supera la de épocas pasadas y que algunos expertos achacan, entre otros factores, a la demora en acudir al médico y recibir el tratamiento adecuado.

Tu tipo de piel y el tratamiento

El acné en la edad adulta no está necesariamente relacionado con una piel grasa. Es frecuente que aparezca también en pieles clasificadas como “mixtas” (con unas zonas grasas y otras tendentes a la sequedad), o incluso en pieles secas. Cada tipo de piel requiere un tratamiento para el acné específico.

¿Cómo reconocerlo?

El acné es una enfermedad inflamatoria crónica de la dermis causada por una infección bacteriana en la estructura de los folículos pilosos y las glándulas sebáceas asociadas a los mismos. Las pústulas (granos con pus) se suelen acompañar de otros rasgos característicos, como exceso de grasa en frente, nariz y barbilla, descamación localizada, zonas enrojecidas y venitas visibles en la superficie de la piel.

Las causas son muy diversas y variables, aunque los desequilibrios hormonales suelen estar en el origen del acné. En los adultos también puede aparecer por otros factores, como la acción de algunos medicamentos, la deficiencia de ciertas vitaminas o la exposición a productos químicos. El acné causado por estos últimos factores suele ser de breve duración.

Más frecuente en las mujeres

Aunque en la adolescencia el acné es más habitual en los varones, en la vida adulta son las mujeres las principales víctimas de las espinillas debido, sobre todo, a los cambios hormonales derivados de la menstruación y los embarazos. En el periodo premenstrual ocurre una sobreproducción de hormonas masculinas que favorece la aparición de granitos, especialmente en la parte inferior de la cara, alrededor de la mandíbula y la barbilla.

También es frecuente que aparezca acné en mujeres que no lo tuvieron en la adolescencia. A veces es síntoma de una excesiva producción de andrógenos (hormonas masculinas) motivada por la presencia de quistes en los ovarios. En estos casos, además de brotes de acné suelen darse al mismo tiempo alteraciones en el ciclo menstrual. Ante esta situación, no hay que tardar en realizarse una exploración ginecológica para conocer la causa y que el médico indique el mejor tratamiento.

¿Cómo combatirlo?

Existen antibióticos y otros fármacos específicos para disminuir la intensidad de los brotes de acné. Con estos tratamientos, en la mayoría de los casos el problema remite o al menos mejora de manera muy apreciable. No obstante, hay circunstancias que consiguen que el acné reaparezca al cabo de un tiempo, y para evitarlo en medida de lo posible, es muy importante seguir unas reglas básicas:

  • REGLA Nº 1: Utiliza maquillajes que no sean grasos. Los dermatólogos advierten sobre el abuso de cosméticos para disimular los granos que provocan la aparición de nuevas erupciones. Conviene cerciorarse de que el producto está clasificado como no comedogénico u oil free (libre de grasa) para que no se taponen los folículos.

  • REGLA Nº 2: Retira el maquillaje al final del día con un gel específico para el rostro formulado para pieles sensibles o con un limpiador facial suave. Incluso aunque no te maquilles, es conveniente que limpies en profundidad tu piel cada día antes de acostarte para eliminar el exceso de grasa de la cara.

  • REGLA Nº 3: No olvides usar una crema hidratante. Darle a la piel la hidratación que necesita ayuda a mantener en buenas condiciones su barrera protectora natural. Existen cremas y serums no comedogénicos que no dejan sensación grasa.

  • REGLA Nº 4: No te toques las espinillas. Manipular estas lesiones favorece que se contaminen con microorganismos que pueden producir una sobreinfección, aumentando además la inflamación y el enrojecimiento de la zona afectada. En caso de que esté indicada la aplicación de un tratamiento tópico (crema, solución líquida, etc.), esta debe ser lo menos invasiva para la piel y en la dosis indicada por el médico.

  • REGLA Nº 5: Mejora tu alimentación. Se ha comprobado que los alimentos con alto índice glucémico (aquellos que son sometidos a procesos especiales para su conservación, con gran cantidad de aditivos, colorantes, conservantes y potenciadores de sabor) no son beneficiosas para nuestro organismo pueden empeorar el acné. Es el caso, por ejemplo, de los productos de repostería y bollería de fabricación industrial. En su lugar, es preferible consumir productos elaborados con harinas integrales y lo más libres posible de aditivos. El mito de que el chocolate o los lácteos también incrementan el acné no está probado.

El estrés influye, y mucho

Para mantener a raya el acné también es importante controlar el estrés. El cuerpo se defiende de él activando las glándulas suprarrenales, y estas reaccionan produciendo un exceso de andrógenos que altera la regulación de la producción sebácea de la piel.

Además, en las épocas de mayor tensión nerviosa, los adultos podemos experimentar también un aumento de la segregación de corticoides, lo cual favorece la aparición de acné y lo agrava conforme la edad aumenta.

El propio acné, sobre todo en el caso de las pieles claras y delicadas, suele aumentar la ansiedad y la inseguridad de la persona afectada, y hasta hacer mella en la autoestima, por lo mucho que puede llegar a afectar a la imagen personal si los brotes son extensos y llamativos dada la inflamación de las lesiones y, si además tardan en curarse. Por todo ello es importante, además de intentar mantener una mayor estabilidad emocional, llevar a la práctica todas las medidas a nuestro alcance para evitar nuevos brotes.

 

 

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