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¿Tu cuerpo te está dando una serie de avisos que te advierten de que algo no va bien? Préstale atención ya. Si además tienes sobrepeso u obesidad, el colesterol alto y la presión arterial alta, son síntomas pueden estar avisándote de que tienes prediabetes o diabetes.
Mucho ojo, porque si ya te han diagnosticado diabetes (ya sea tipo 1 o tipo 2), incluso si estás siguiendo un tratamiento, pero tu control no es estable, estos síntomas pueden volver a aparecer y dar lugar a complicaciones de gran importancia para tu salud.
Micción frecuente (poliuria)
En las personas con diabetes, al no producirse insulina o al ser esta insuficiente, la glucosa se queda en el torrente sanguíneo sin que pueda ser aprovechada. Para tratar de eliminar el exceso de azúcar, los riñones –responsables de la circulación de nutrientes en el cuerpo y de la expulsión de sustancias de desecho– aumentan la producción de orina. Como consecuencia, la persona afectada tiene ganas de orinar en todo momento a lo largo del día, lo cual se hace especialmente molesto durante las horas nocturnas.
Sed excesiva (polidipsia)
Para poder producir más cantidad de orina, el organismo aprovecha al máximo sus reservas de agua, produciéndose un peligroso riesgo de deshidratación. La manera en que el cuerpo manifiesta que necesita recuperar líquidos para poder realizar sus funciones vitales es mediante una intensa sed, que es un síntoma muy habitual en las personas con diabetes no controlada.
Tengamos en cuenta que solo sentimos sed cuando la pérdida de líquidos es ya importante, por lo que no podemos ignorar nunca esa señal de alarma que nos da nuestro cuerpo, y menos aún las personas que padecen diabetes, por las consecuencias más graves que la deshidratación puede acarrear en su caso.
Para combatir esa constante sensación de sed, las personas con diabetes no controlada tienen la necesidad de ingerir grandes cantidades de líquidos, lo que contribuye a que tengan que orinar con más frecuencia.
Mucha hambre (polifagia)
Gracias a la insulina, las células del organismo es capaz de aprovechar la glucosa que obtiene de transformando determinados nutrientes presentes en los alimentos. Si el cuerpo no dispone de la cantidad adecuada de insulina o carece por completo de ella, las células se quedan sin energía –se quedan “sin comer”– y no pueden llevar a cabo correctamente sus funciones. Así, para incitarnos a comer más y tratar de obtener esa energía, el cerebro genera una sensación de apetito que no llega a saciarse por completo, precisamente por esa incapacidad de las células para nutrirse.
Rápida pérdida de peso
Como el cuerpo necesita energía para realizar todas sus actividades y no la obtiene, empieza a echar mano de la grasa que acumulada en diferentes tejidos. Como consecuencia, la persona afectada pierde peso de manera muy rápida y evidente. Al mismo tiempo, al “quemar” esta grasa, aparecen en la sangre unas sustancias tóxicas para el organismo llamadas cetonas, cuya acumulación descontrolada puede dar lugar a una de las complicaciones más severas de la diabetes: la cetoacidosis diabética o acidosis metabólica.
Si esta situación se da en condiciones de deshidratación avanzada, se puede entrar en coma, con grave riesgo para la vida.
¿Siempre tienes sed? Puede ser síntoma de deshidratación por un mal control de tu diabetes
La reaparición de uno o de varios de estos síntomas puede indicar que el tratamiento y/o la cantidad de insulina que se administra la persona con diabetes tengan que ser modificados. Site ocurre, consulta a tu endocrino o a tu equipo de atención diabetológica lo antes posible.
También puede ocurrirte
- Cansancio. Si no comemos, nos falta energía. Eso mismo es lo que les sucede, a pequeña escala, a las células cuando no pueden absorber la glucosa por la carencia de insulina en caso de padecer diabetes. El organismo al completo se resiente y da señales en forma de cansancio físico (debilidad muscular, visión borrosa) y fatiga mental (aturdimiento, falta de concentración, fallos de memoria), lo cual nos afecta también al estado de ánimo.
- Infecciones frecuentes. Las personas con diabetes no controlada padecen con frecuencia enfermedades infecciosas del sistema respiratorio, del aparato urinario, de las encías y, en caso de las mujeres, infecciones vaginales por hongos. El motivo es que el exceso de glucosa en la sangre debilita el sistema inmunitario de las células contra virus y bacterias. Además, dichas infecciones son más persistentes porque los microorganismos se alimentan de glucosa, que abunda en la sangre de los diabéticos que no llevan un buen control de la enfermedad.
- Hormigueo o quemazón en pies y manos. Puede deberse a lesiones en las terminaciones nerviosas causadas por la acumulación de glucosa en la sangre. Si ocurre en los nervios del aparato digestivo, el resultado pueden ser molestias como estreñimiento, diarrea o náuseas. Si sucede en los pies, una pequeña herida o rozadura no duele, puede pasar largo tiempo desapercibida y así terminar convertiéndose en una úlcera.