SABER VIVIR COMUNICACIÓN, S.L.
Ya llega el momento: silencio en el aula. Un bolígrafo, un folio en blanco y una serie de preguntas que determinarán si eres apto o no para aprobar la asignatura. Las manos comienzan a sudar, las piernas bailan solas y los pensamientos hacen amago de bloquearse todos juntos en la cabeza hasta que terminan fluyendo en forma de palabras o cifras… Si has sido estudiante, esta situación te será familiar y te resultará fácil ponerte en la piel de tus hijos en edad escolar, ya estén en Primaria, en Secundaria, en la universidad o incluso estudiando oposiciones. Para muchos estudiantes, los momentos o días anteriores a la realización de un examen pueden ser toda una tortura, llevándoles a situaciones de ansiedad difícil de dominar, incluso aunque sean buenos alumnos.
Mente en blanco
La presión por superar una prueba escrita u oral pueden conseguir que se queden en blanco, haciendo imposible que encuentren las respuestas en el “archivo” de su memoria, a pesar de haberlas repasado una y
otra vez los días previos. Las causas que originan este manojo de nervios suelen ser una falta de preparación (no haber estudiado suficiente) o unos deficientes o inexistentes hábitos de estudio.
Es cierto que el esfuerzo debe hacerlo el propio estudiante, pero también los padres tienen aquí una importante responsabilidad de apoyo. Contar con la ayuda y la confianza de sus progenitores es fundamental para cualquier joven estudiante a la hora de enfrentarse a la dura prueba de aprobar –y si es posible, obtener buena nota– en los exámenes que tendrán durante este nuevo curso.
¿Cómo ayudarles?
- Explicadles la importancia de la autoexigencia. No obstante, su listón académico debe estar acorde a sus posibilidades, ni muy alto ni muy bajo. Así evitaremos frustraciones.
- Motivadles: “Tú puedes, otras veces lo has logrado”.
- No hagas comparaciones entre hermanos o compañeros.
- Tened en cuenta (al igual que el propio estudiante) que, aunque el examen es importante, no es el único ni definitivo elemento de valoración académica.
- Procurad que lleven una alimentación saludable, que descansen las horas necesarias (nada de quedarse toda la noche previa sin dormir, porque servirá de muy poco e incrementará el cansancio mental y la ansiedad), que hagan un poco de ejercicio físico para liberar tensiones y que desconecten. Son necesidades personales que también cuentan, y mucho, a la hora de estudiar.
Buenos hábitos de estudio
- Llevar las asignaturas al día: repasar lo dado en clase.
- Solucionar las dudas con los profesores, consultando material adicional.
- Organizarse bien: no dejar todo para el final, planificar el tiempo disponible.
- Atender en clase y tener unos buenos apuntes.
- En las asignaturas memorísticas, extraer la información relevante, usa reglas mnemotécnicas, resúmenes, esquemas… En las materias lógicas, realizar, además de los problemas vistos en clase, otros nuevos.
- Estudiar siempre en una habitación tranquila que favorezca la concentración, con buena iluminación y con todo el material a mano.