Brilla el sol con ganas, y su luz nos llena de energía y bienestar. Pero no olvides que, igual que para la piel, la radiación solar es peligrosa para tus ojos, y por eso los tienes que “blindar” al 100% para que no te perjudique. Te contamos cómo hacerlo.


Los ojos son veinte veces más sensibles que la piel frente a los efectos nocivos de la radiación ultravioleta del sol. Sin embargo, no los cuidamos tanto como deberíamos en estos meses veraniegos en los que Lorenzo pega fuerte.

Nuestros ojos tienen mecanismos de protección frente a la radiación solar, como los párpados, las pestañas y otras estructuras internas, que bloquean parte de los rayos ultravioleta, aunque no la cantidad suficiente para evitar los daños que puede provocar una exposición prolongada al sol sin la protección adecuada.

¿Qué es la radiación solar ultravioleta?

También denominada radiación UV, es una parte de la energía que emite el sol. Se transmite en forma de ondas electromagnéticas en cantidad casi constante. Es invisible al ojo humano, y suponen una seria amenaza para la salud de nuestros ojos si no los protegemos de manera adecuada. Los más perjudiciales son estos tres tipos:

  • UVC: Son los más peligrosos, aunque, afortunadamente, la capa de ozono ejerce como barrera y evita que alcancen la superficie de la Tierra.

  • UVB: Estos rayos sí atraviesan la atmósfera. Son los más perjudiciales para la salud y los principales responsables del daño ocular.

  • UVA: También atraviesan la atmósfera. Aunque son algo menos dañinos, también debemos protegernos de ellos.

¿Cuándo es más intensa?

Durante las primeras horas de la mañana y al atardecer, la radiación solar incide en la Tierra de manera casi horizontal, por lo que es menos dañina. Entre las 12 de la mañana y las 4 de la tarde es cuando los rayos ultravioleta alcanzan su mayor intensidad, incluso si el cielo está nublado. También hay que tener en cuenta que el reflejo del sol en las paredes y cristales de los edificios, en el asfalto, en el césped, en la arena y en el agua actúan como espejos, concentrando y reflejando la radiación del sol, lo que contribuye a aumentar el daño en los ojos. Y asimismo influye la altitud sobre el nivel del mar a la que nos encontremos: a más altura, más radiación ultravioleta.

Gafas de sol: escudo antirradiación

Usar gafas de sol es la única manera de evitar que los rayos UV alcancen nuestros ojos, porque los filtros que incorporan impiden que esta radiación perjudicial atraviesen las lentes. Pero, ¿todas las gafas que tengan cristales oscuros sirven? Por supuesto que no. Lo primero en que hay que fijarse a la hora de adquirir las gafas de sol es que bloqueen el 100% de las radiaciones ultravioleta, un aspecto que no está relacionado con el color o el tono de la lente. Es decir, las lentes más oscuras no ofrecen necesariamente la mayor protección.

La Fundación Salud Visual, Desarrollo Optométrico y Audiológico (Funsavi), del Colegio Nacional de Ópticos- Optometristas, insiste en que “solo unas gafas de sol adquiridas en establecimientos sanitarios de óptica ofrecen la garantía de las lentes cumplen todos los parámetros de seguridad y protección”. Si se nos plantea cualquier duda sobre cómo elegirlas, solo tenemos que consultar a un óptico-optometrista.

Como advierten desde Visión y Vida, “utilizar unas gafas no homologadas que no cumplan los estrictos controles de calidad puede ser incluso mucho más perjudicial que no llevar gafas. El hecho de disminuir el paso de luz visible convierte a estas gafas en una verdadera trampa para nuestros ojos, ya que estos reciben una señal que hace que desactivemos nuestros mecanismos naturales de defensa ante los rayos del sol: la pupila del ojo se dilata, “engañada” al recibir menos intensidad lumínica, y deja pasar así a su interior la peligrosa radiación ultravioleta”.

Se pueden graduar

Tener miopía, hipermetropía, astigmatismo o, incluso, padecer vista cansada no es un impedimento para usar gafas de sol, ya que estas también se pueden graduar. Las gafas de sol graduadas facilitan una visión perfecta a todas las distancias, al mismo tiempo que ofrecen protección solar.

Al incorporar la corrección óptica en las lentes, multiplicamos la utilidad de nuestras gafas de sol, especialmente si no somos usuarios de lentes de contacto.

Además, las lentes de sol graduadas ya están disponibles en todos los materiales y se adaptan a la mayoría de las monturas, excepto a las que tienen una curvatura pronunciada.

Las lentes con filtro “100% anti UV” reducen la fatiga ocular y ayudan a prevenir las conjuntivitis asociadas a la irritación por el cloro, la sequedad del aire.

Nuestro consejo: De mercadillo, nunca

Que las gafas de sol tengan que ser “homologadas” quiere decir que deben llevar impreso el distintivo “CE”, que certifica que han superado los controles sanitarios. Pero, cuidado, porque incluso las gafas de marca falsificadas que venden en mercadillos, puestos callejeros y bazares pueden llevar ese logotipo (falsificado también), sin tener la calidad mínima requerida.

  • Conviene recordarlo, porque un estudio de la Universidad Complutense de Madrid ha constatado que más del 90% de las gafas de sol que se venden en mercadillos y puestos callejeros no protegen los ojos de las radiaciones solares o son directamente dañinas para la visión.

  • “Un 45% de la muestra analizada provoca visión defectuosa, un 26% no pueden ser utilizadas para la conducción y un 57% provoca desviaciones oculares indebidas y somete al ojo a un maltrato que puede generar importantes patologías», señalan los autores del estudio de la UCM.

Posibles riesgos

La asociación de utilidad pública Visión y Vida insiste en que si nos exponemos al sol sin protección, estamos permitiendo que los rayos UVA y UVB penetren en los ojos, pudiendo producir efectos inmediatos, o bien a medio/largo plazo:

  1. En la córnea: Los UVB pueden provocar queratitis, una lesión que provoca fotofobia (excesiva sensibilidad a la luz) y sensación de arenilla dentro de los ojos.
  1. En la conjuntiva: Los UVA y UVB pueden causar pterigión, que es la formación de una membrana vascularizada que invade la córnea y progresa hacia la pupila, limitando la visión. Otra lesión posible es la pingüécula, una protuberancia amarillenta que aparece en la conjuntiva, cerca de la córnea.
  1. En el cristalino: El cristalino se va volviendo progresivamente opaco, lo que da lugar a las cataratas.

  2. En la retina: La radiación del sol acelera o agrava la degeneración acular asociada a la edad (DMAE), que es primera causa de ceguera irreversible en mayores de 65 años.

  3. En los párpados: El sol puede provocar quemaduras que aceleren el desarrollo de cáncer en la piel de los párpados.

Los deportistas que practican su actividad al aire libre y las personas mayores también deben proteger sus ojos con gafas de sol de buena calidad.

Alimentos de la buena vista ¡Qué no te falten!

Tómalos si quieres proteger tus ojos de la acción de los radicales libres, de los efectos dañinos del sol, así como del riesgo de cataratas y de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE).

  • Yema de huevo y todos los vegetales de color anaranjado, rojo, amarillo y verde intenso (zanahoria, calabaza, melocotón, brócoli, espinacas): Aportan luteína, zeaxantina, vitamina C y betacaroteno. Este último, durante su absorción intestinal, se convierte en vitamina A o retinol, de la cual se compone la retina.

  • Manzana, aguacate, ciruela, melón, plátano, tomate y espárragos: Son buenas fuentes de vitamina E, un potente antioxidante.

  • Pescados azules (salmón, anchoa, sardina, caballa, atún…) y frutos secos: Son fuente de ácidos grasos DHA y omega 3, y también de zinc.

  • Leche, levadura de la cerveza y harina integral: Aportan vitamina B2 (riboflavina), que ayuda a mantener los ojos bien hidratados.

¡No son un juguete!

Funsavi nos recuerda que los ojos de los niños son más vulnerables que los de los adultos porque:

  • Antes del primer año de vida, el cristalino, que ejerce de filtro, deja pasar a la retina el 90% de la radiación UVA y el 50% de la UVB.

  • Su pupila permanece más dilatada que la de los adultos.

  • La pigmentación del ojo, que actúa como barrera protectora, se va oscureciendo con el paso del tiempo. De ahí que los niños, especialmente los rubios y de ojos claros, sean más vulnerables que los adultos.

La consecuencia es que, según los expertos, casi el cincuenta por ciento de la radiación ultravioleta a la que nos vemos expuestos a lo largo de la vida se produce antes de cumplir los 18 años. Entre los daños que surgen a corto plazo destacan las queratitis (inflamación de la córnea) por quemaduras solares, que en los más pequeños se manifiestan con síntomas como dolor, hipersensibilidad a la luz y enrojecimiento de los ojos. A largo plazo, el daño puede ser más grave, en forma de alteraciones corneales, lesiones degenerativas y quemaduras agudas en la retina, que afectan a la visión de forma permanente.

Desde los 3 añitos

Por prevención, también los más pequeños tienen que utilizar unas gafas de sol de calidad que cuenten con filtros 100% anti UVA y UVB, homologadas y adquiridas en un establecimiento sanitario de óptica. A partir de los tres años es cuando los ópticosoptometristas recomiendan su uso habitual. Hay que evitar que utilicen gafas “de juguete”, hechas de plástico corriente, que solo lograrán perjudicarles. 

Gafas de sol: Guía de compra ¿En qué tienes que fijarte?

LENTES

Además de las convencionales, también puedes elegir:

  • Lentes degradadas: Presentan una superficie más oscura en la parte superior que en la inferior. Son recomendables para conducir.

  • Lentes con doble degradado: Sus zonas superior e inferior son más oscuras que la central. Es una buena elección si no se quieren unas gafas demasiado oscuras.

  • Lentes fotocromáticas: Permanecen claras en interiores y se oscurecen parcial o totalmente (como unas gafas de sol) en el exterior, en función de la radiación ultravioleta que reciban. Es la solución ideal para las personas que usan gafas de ver, no tener que cambiar de gafas en cada situación, incluso para conducir.

  • Lentes polarizadas: Tienen un filtro especial que bloquea la luz reflejada en superficies como el agua, la nieve o la hierba, lo que ofrece una mayor calidad visual y una buena percepción de los colores. Sin embargo, al reducir el contraste, no son muy recomendables en condiciones de baja iluminación, en deportes como el golf o en actividades en las que se produzcan movimientos rápidos, como la conducción.

  • Lentes de espejo: Limitan la cantidad de luz que entra en los ojos, lo que resulta especialmente cómodo para el esquí y para los deportes náuticos.

COLORES

  • Marrón, gris y verde: Son los colores que menos distorsionan la percepción natural de los colores. Eliminan el deslumbramiento y reducen la fatiga ocular cuando hay luz ambiental moderada o brillante.

  • Amarillo, dorado y ámbar: Funcionan muy bien con una iluminación moderada o baja. Ofrecen una excelente percepción de profundidad y mejoran el contraste, por lo que son los más utilizados para esquiar y para deportes que requieren una buena puntería.

  • Rosa y bermellón: Hacen que todo se vea más brillante, proporcionan una excelente visibilidad en condiciones de baja iluminación y mejoran el contraste.


MATERIALES

  • Lentes orgánicas: Soportan muy bien los impactos. Las de mayor calidad ofrecen gran claridad visual y suelen incluir tratamiento antirrayado.

  • Lentes de cristal mineral: Son resistentes a los rayazos y no distorsionan la imagen, aunque son más pesadas que las orgánicas.

FORMAS

  • La forma de la montura debe adecuarse a la fisionomía de tu rostro. Pruébate diferentes modelos hasta encontrar las que se ajusten con comodidad a tu cara, una vez bien reguladas, sin molestarte en la nariz o las orejas.

  • Ya sea ovalada, rectangular o circular, es recomendable que la superficie de las lentes sea amplia y sus laterales, ligeramente curvos, para asegurarnos de que nos cubren los ojos por completo.

¿Ves “moscas volantes”? Vigila tu retina

Un posible aviso de que la retina está dañada es ver centelleos de luz al leer o al mirar una pared blanca o el cielo cuando hay mucha luminosidad. Es lo que se conoce como “moscas volantes”, que en realidad son la sombra de unas partículas gelatinosas que se forman en el humor vítreo del ojo.

Pueden ser el primer síntoma de un desprendimiento de retina, por lo que la primera medida debe ser proteger al máximo los ojos del sol y consultar inmediatamente a un oftalmólogo.

Si a diario sometes a tus ojos a un sobreesfuerzo (ordenador, móvil, lectura, costura...) aprovecha el verano para dejarlos descansar, intentando forzar la vista lo menos posible.

Precaución, amigo conductor

¡Que la senda es peligrosa cuando tienes el sol de frente! Recuérdalo si este verano tienes que hacer desplazamientos en coche, aunque sean cortos.

Conducir con el sol de cara, con riesgo de deslumbramiento, es la situación que más fatiga visual causa a los conductores. Al anochecer y al atardecer, los reflejos del sol en el asfalto mojado o los destellos que producen los capós de otros vehículos provocan pérdida temporal de visión, aumentando el riesgo de accidentes.

Pero hay poca concienciación al volante: según el Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas, el 12% de los conductores nunca utiliza gafas de sol y el 33% las usa de forma ocasional.

Por ti… y por los demás

Es llamativo que, del 61% de españoles que usa gafas graduadas a diario, solo tres de cada diez guarde unas gafas de sol graduadas en el coche, según el primer Informe sobre Salud Visual y Tendencias de Transitions Optical.

Revisarse la vista al menos una vez al año, en lugar de esperar a la renovación del permiso de conducir, es la medida número uno para prevenir los accidentes de tráfico. Porque para todos los conductores es fundamental ver bien, no solo por su propia seguridad, sino también por la del resto de conductores y peatones.

 

Cuidar nuestros ojos y nuestra vista desde la infancia y la juventud nos permite disfrutar de una mejor salud visual cuando llegamos a mayores, con menos riesgo de tener problemas como cataratas o DMAE.

 

 

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