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Nuestro hogar, independientemente de si es una casa o piso, es una fuente de salud para nuestra familia. De hecho, todos tendemos a pensar que en casa estamos a salvo de casi todo. Sin embargo, la realidad es bien distinta: puede que en nuestra casa haya más contaminación que en el exterior de ella. En general, el acondicionamiento y el equipamiento de nuestra vivienda puede ser causa de problemas de salud y malestar. De hecho, especialistas en microbiología han elaborado diversos estudios para evaluar dónde se pueden acumular grandes cantidades de bacterias y cómo eliminarlas. Toma nota:
En la cocina...
- Lavadora: Pueden llegar a acumularse más de quinientos millones de bacterias. Para terminar con ellas, cuando pongas una lavadora con ropa blanca emplea lejía. Al mismo tiempo estarás desinfectando tu lavadora. De hecho, es aconsejable realizar una vez al mes un lavado en vacío con desinfectante para eliminar los gérmenes más resistentes. Si tienes una lavadora con carga lateral deberás tener más cuidado, ya que suele quedar agua residual en el fondo.
- Lavavajillas: No dejes que los platos se acumulen en su interior, porque los restos de alimentos que se quedan adheridos y el agua con la que los aclaras favorecen la aparición de todo tipo de microorganismos. De hecho, la puerta del lavavajillas, que es una zona de la máquina que nunca alcanza temperaturas muy elevadas como para matar los gérmenes, puede que esté contaminada. ¿Cómo eliminarlos? Imaginemos que has cargado el lavavajillas, pero no tienes pensado ponerlo en marcha en ese momento. Para acabar con posibles bacterias, aclara los platos con un taponcito de lejía por cada medio litro de agua. Con este fácil gesto te desharás de toda posible bacteria. Mezclar el agua que uses con un poco de lejía también puede servirte para limpiar esos pequeños recovecos de tu electrodoméstico.
- Bayetas: Si tenemos que seleccionar la zona más sucia de la cocina es el fregadero la zona que más contaminación acumula, según el estudio de Internacional Home Higiene. Y, justo en esta zona, la estrella de gérmenes y bacterias por excelencia es la bayeta. Según este mismo estudio, una tercera parte de estos trapos de cocina analizados contenían grandes cantidades de bacterias estafilococos, incluso en más cantidad que las que existen en el inodoro.
- Grifos de la cocina: ¿Cuántas veces te has lavado las manos después de manipular carne o cualquier otro alimento en la cocina? Con esta cotidiana acción adherimos a los grifos grandes cantidades de bacterias. Solución: emplear limpiadores con desinfectantes para matar todos los gérmenes.
Truco saludable: Para limpiar la bayeta húmeda, puedes meterla en el microondas y dejarla, durante un minuto, a máxima potencia.
En el baño...
- Cepillo de dientes: Después de usar esta herramienta de higiene bucal proliferan toda clase de microorganismos. El cepillo se puede contaminar con bacterias, sangre, saliva, desechos orales o crema dental. Un simple aclarado del cepillo no elimina completamente esa suciedad. Para acabar al máximo con ella:
- Después de lavarte los dientes, enjuaga el cepillo completamente con agua el chorro y deja que se seque al aire libre.
- Semanalmente, sumerge el cepillo durante unos veinte minutos en un vaso con colutorio bucal.
- No cubras el cepillo de dientes, ni los guardes en envases cerrados, puesto que un ambiente húmedo es más favorable para el crecimiento de las bacterias que en el espacio abierto.
- Guarda el cepillo preferentemente en posición vertical, de manera que el agua se escurra de las cerdas y no se acumule.
- Procura cambiar de cepillo de dientes cada tres o cuatro meses.
- No compartas el cepillo de dientes con otras personas.
- Lávate las manos antes y después de cepillarte.
- Toallas: Un lugar deseado para las bacterias es la humedad de las toallas. Así que nada de dejarlas húmedas colgadas en el baño. Además, recuerda que se deben cambiar cada tres días como máximo.
La lejía ¿El desinfectante ideal?
Son muchos los productos químicos que se pueden emplear para la desinfección de las diferentes superficies, tanto en el ámbito doméstico como en el industrial. Entre todos ellos, el hipoclorito sódico (lo que conocemos como lejía) es uno de los clásicos, porque su olor se relaciona con la desinfección y la limpieza.
Sin embargo, la lejía presenta algunos inconvenientes:
- Es una sustancia química corrosiva, y puede alterar materiales como el acero inoxidable, aunque solo si se emplea a muy elevada concentración.
- Su característico olor puede resultar molesto a algunas personas.
¡CUIDADO! La lejía y el amoniaco no son buenos compañeros de trabajo. Su mezcla puede ser dañina para la salud.