No hay recetas milagrosas para evitar el cáncer. Sin embargo, no es cierto que el destino de nuestra salud esté escrito en el ADN y no se pueda hacer nada. Los hábitos de vida y entre ellos la alimentación tienen el poder de influir en el comportamiento celular y prevenir la enfermedad...


No hay fórmulas mágicas contra el cáncer ni recetas infalibles que nos eximan de llegar a padecerlo. Si la pregunta es, por tanto, si existen alimentos con el poder de librarnos de desarrollar la enfermedad, la respuesta es no. Porque en la aparición y el progreso de la enfermedad intervienen varios factores: ambientales, hormonales, metabólicos y genéticos propios de cada persona. Sin embargo, si lo que nos preguntamos si es posible reducir el riesgo de padecerla siguiendo determinadas pautas de alimentación e incluyendo productos concretos en el conjunto de una dieta saludable, la respuesta es, sin duda, sí. Y los motivos son los mismos: si bien hay algunos factores que escapan a nuestro control, hay otros sobre los que sí podemos actuar y, haciéndolo, se lo pondremos más difícil a la aparición de tumores y a su avance en el organismo.

«La doctrina del determinismo genético prevaleció en la comunidad científica durante años y se ha impregnado en la conciencia colectiva de la sociedad. Este es el motivo por el que gran parte de la población cree aún que el cáncer es una enfermedad que no se puede prevenir, ya que “todo está escrito en los genes y no se puede cambiar”. Sin embargo, esa teoría ha sucumbido a las evidencias de las investigaciones que demuestran que la información escrita en un gen puede modificarse, activarse o desactivarse en función de factores externos, entre ellos, la alimentación». Así de claro lo afirma el doctor Fernando Fombellida, Doctor en Medicina y Cirugía y coautor junto con el chef Aduriz del libro Cocinar para vivir. Cómo cocinar para prevenir el cáncer (Ediciones Destino). Cómo duermes, tus rutinas de trabajo y tiempo libre, si fumas, si bebes, si haces o no ejercicio… todo eso que conforma eso que llamamos estilo de vida influye en el comportamiento de nuestras células y, por tanto, en el riesgo de padecer cáncer.

Y por supuesto la alimentación. «Está totalmente aceptado por la comunidad científica que la dieta desempeña un papel principal en la prevención del cáncer -afirma Juan Serrano, especialista en bioquímica y biología molecular y autor de Poder anticáncer. Una nueva forma de vida para prevenir el cáncer (Ediciones Paidós)-. Los datos de que disponemos estiman que hasta un 40% de los tumores en los varones y un 60% en las mujeres están relacionados con la alimentación, mientras que aproximadamente el 35% de ellos podrían ser prevenidos mediante una modificación de los hábitos alimentarios».

Cuestión de química

Se ha demostrado en laboratorio que algunas sustancias que contienen determinados alimentos pueden actuar en diferentes fases del cáncer, evitando la formación y el crecimiento de células tumorales. «Hoy en día existen evidencias científicas de alimentos con propiedades anticancerígenas, denominados alimentos funcionales, con compuestos bioactivos que tienen una actividad biológica dentro del organismo y que se traduce en beneficios para la salud», asegura Alberto Fernández Gutiérrez, director del Centro de Investigación y Desarrollo del Alimento Funcional (CIDAF).

Entre esas sustancias están las vitaminas, los minerales, los oligoelementos, la fibra dietética y los fitoquímicos, como los indoles presentes en las coles, los flavonoides de los cítricos, el licopeno del tomate o las fresas, las antocianinas y fenoles de las uvas, ciruelas o berenjenas... «A pesar de que se han descrito más de 5.000 fitoquímicos diferentes, para la mayoría de la población son los grandes desconocidos. Los investigadores tienen puestas muchas esperanzas en estas moléculas de cara a la prevención de enfermedades crónicas, entre ellas el cáncer», explica es doctor Fernando Fombellida. ¿Cómo estar seguros, entonces, de que ponemos en el plato raciones suficientes fitoquímios? Sencillo: preparando recetas llenas de color: a más colorido, más fitoquímicos. La mayoría de los alimentos que nos protegen son de origen vegetal y, aunque se desconoce en qué cantidad y con qué frecuencia hay que consumirlos para beneficiarse de sus propiedades antitumorales, lo más sensato parece incluirlas en nuestra alimentación como un hábito diario y permanente, dentro siempre de una dieta adecuada. «Esto significa que no tendría mucho sentido comer brócoli, manzana y beber té verde si también vas a atiborrarte de alimentos procesados industrialmente y de bebidas azucaradas o alcohólicas», concluye.

Un patrón dietético basado principalmente en productos de la huerta y pobre en grasas animales y azúcares será, además, la mejor arma contra la obesidad que también está relacionada con mayores posibilidades de diferentes tipos de cáncer (útero, riñón, esófago, estómago, colon, mama...)

¿Cómo nos ayudan los alimentos?

Existen, según explica este experto, varios mecanismos a través de los que estas sustancias pueden intervenir en la aparición, el desarrollo y la proliferación de las células tumorales. Cada alimento contiene unas moléculas determinadas con capacidad de actuar en una determinada dirección. Por lo tanto, ampliar el radio de la prevención, es un motivo más para ocuparte de cabida en la cesta de la compra a gran variedad de ingredientes.

  • Capacidad de producir apoptosis. Esa palabreja significa muerte celular programada y algunos productos como el té verde, la cúrcuma o las crucíferas (brócoli, coles, coliflor...) contienen moléculas con capacidad de inducirla. Es decir, de empujar al suicidio a las células defectuosas que no cumplen con sus funciones.

  • Acción antiproliferativa. Se ha demostrado que el calcio, las dietas bajas en grasas y la fibra dietética pueden disminuir la proliferación celular en colón y recto y prevenir el desarrollo del cáncer en esos niveles.

  • Poder antiinflamatorio. Cuando la inflamación se convierte en crónica puede causar daños en el ADN de e inducir al desarrollo de un cáncer. El licopeno y los ácidos grasos omega 3, por ejemplo, pueden inhibir la inflamación.

  • Estimulan el sistema inmunológico, que se encarga no solo de proteger al organismo de las agresiones externas producidas por virus o bacterias, sino también de eliminar las células que sufren alteraciones o mutaciones en su material genético y que, de no ser destruidas, podrían derivar en cáncer.

  • Propiedades antiangiogénicas. Las células cancerígenas necesitan un aporte constante de oxígeno y nutrientes y, para conseguirlos, estimulan la formación de nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis). Ciertas moléculas presentes en la familia de las coles y las aliáceas (ajo, puerro, cebolla...) tienen la capacidad de bloquear este proceso.

  • Poder antioxidante. Cuando hay un exceso de radicales libres pueden dañar tanto a la membrana celular con al ADN provocando mutaciones. Se puede combatir el exceso con alimentos ricos en antioxidantes.

¿Orgánico = Más sano?

Los estudios sobre la materia no parecen detectar diferencias significativas entre la cantidad de nutrientes contenidos en los productos de origen biológico y los de agricultura y ganadería tradicional.

Sin embargo, más importante que si tienen o no más vitaminas y minerales es, quizás, lo que no contienen. Y ahí sí, los orgánicos salen ganando porque con ellos le evitarás al organismo un aporte extra de tóxicos. Aunque los productos utilizados para tratar los no ecológicos deberían ser inocuos para la salud en los límites exigidos, se desconoce el efecto cóctel de los distintos componentes.

Sí es recomendable evitar los productos cárnicos y sus derivados (lácteos, huevos) procedentes de ganadería intensiva, ya que requiere un uso constante de antibióticos y antimicrobianos.

Comprar productos bio no es sinónimo de llevar una alimentación más sana. Se puede llevar una dieta equilibrada y variada con alimentos convencionales y ecológicos. Y tanto unos como otros pueden tener alto contenido en sal, azúcar, grasa o calorías.

Lo importante es comer productos variados, locales y estacionales (que garantizan el mejor sabor, color al haber sido recogidos en el punto óptimo de maduración), cocinados de manera saludable.

9 Alimentos funcionales: color, sabor y salud

El director del CIDAF y también catedrático del Química Analítica de la Universidad de Granada, Alberto Fernández Gutiérrez, y el catedrático de Química Orgánica de la Universidad de Cádiz, Francisco Macías, han analizado algunos de los alimentos cuyas propiedades nos pueden proteger frente al cáncer. Estos son los principales, pero hay más: algas, frutos secos, probióticos, semillas, legumbres...

  • TOMATE Y OTRAS HORTALIZAS ROJAS O ANARANJADAS: Como el pimiento rojo, la remolacha, la calabaza, la zanahoria… El consumo de su compuesto activo, el licopeno, reduce la incidencia de patologías cancerosas, sobre todo de pulmón, próstata y tracto digestivo. El licopeno y la tomatina tienen una alta capacidad antioxidante que evita que procesos de degeneración celular deriven en cáncer.

  • TÉ VERDE: Tiene múltiples propiedades gracias, sobre todo, a los polifenoles. Es anticancerígeno y antioxidante, aunque no todos los tés, aun siendo verdes, son iguales. El que más catequinas aporta es el Sencha uchyama. Experimentos realizados en animales han puesto de manifiesto que puede prevenir el desarrollo de cánceres de piel, mama, pulmón, esófago, estómago y colon.

  • ACEITE DE OLIVA VIRGEN EXTRA: Potente arma contra algunos tipos de cáncer de mama al descubrirse que reduce de forma drástica los niveles de determinados oncogenes que están en el 30% de las pacientes que desarrollan una forma muy agresiva de la enfermedad Investigadores del CIDAF han encontrado que puede deberse a algunas sustancias minoritarios en el aceite, como son algunos compuestos polifenólicos.

  • CEREALES INTEGRALES: Son ricos en fibra dietética que acelera el tránsito intestinal y arrastra las sustancias cancerígenas previniendo el cáncer de estómago y de colon. Al impedir que esas sustancias sean absorbidas, protegen también contra el cáncer de páncreas y de mama. También contienen una cantidad considerable de antioxidantes, vitaminas, minerales y fitoquímicos, como los ácidos fenólicos.

  • BRÓCOLI Y OTRAS CRUCÍFERAS: Como la col, coles de Bruselas, coliflor, lombarda, rábano, nabo… Numerosos estudios demuestran que el sulforafano (reconocido científicamente como un agente protector) y los isotiocianatos presentes en las crucíferas pueden detener el proceso de proliferación celular de las etapas iniciales del cáncer de próstata, colon, mama, hígado, vejiga, huesos, páncreas, piel o leucemia.

  • GRANADA: El jugo de granada (mucho mejor si se incluye la piel, muy rica en taninos hidrosolubles) puede ayudar a prevenir y tratar el cáncer de mama y de próstata. Los fitoquímicos presentes en esta fruta pertenecen a la familia de los polifenoles y contiene punicalagina, que es una de las moléculas con mayor capacidad antioxidante (hasta tres veces superior a la del vino o el té verde).

  • CÚRCUMA: Constituye uno de los antiinflamatorios naturales más potentes. Su principal constituyente es la curcumina. En laboratorio se ha comprobado que la curcumina inhibe el crecimiento de un gran número de tumores como los de colon, hígado, mama, ovarios y leucemia, entre otros. Ayuda al organismo a producir sustancias anticancerosas y tiene un gran poder antioxidante.

  • ALOE VERA: Existen estudios sobre el efecto del jugo de aloe vera puro para atacar la fase incipiente en cáncer de pulmón y páncreas. También es muy beneficioso en los tratamientos de quimioterapia, ya que ayuda a curar las llagas de la boca y a cicatrizar las capas de epidermis de estómago e intestino. Además, su alto contenido en germanio ayuda al sistema inmunológico.

  • SETAS: Utilizadas más por la medicina oriental, existen estudios en China, Japón y Estados Unidos sobre algunas propiedades anticancerígenas. El lentinano y los betaglucanos que contienen estimulan el sistema inmune y, de esta manera, se frena el crecimiento de las células tumorales y la aparición de metástasis. Además, son hipocalóricas, ideales para el control de peso.

 

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