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El término ictus procede del latín y significa golpe, lo que denota su aparición brusca. Cuando sufrimos un ataque cerebrovascular (ictus), las células nerviosas de la zona afectada se ven privadas de oxígeno (es decir, nutrientes) y si el flujo no se recupera inmediatamente, mueren. Se puede producir una isquemia (falta de riego sanguíneo) o una hemorragia. ¿A qué áreas afecta? A cualquiera de las tres partes que componen el encéfalo: el cerebro, el cerebelo o el bulbo raquídeo. El 80% de las apoplejías son producidas por la falta de riego (las hemorragias son menos frecuentes).
Los más propensos
Los ictus son más comunes en personas con factores de riesgo como la hipertensión. Si se añade el colesterol alto y ser fumador y/o diabético, la probabilidad aumenta. Por otro lado, también influyen los antecedentes familiares de hemorragias cerebrales.
En cuanto al sexo, los hombres se encuentran menos protegidos ante un ictus. ¿El motivo? Se debe a que los estrógenos (hormonas femeninas) protegen el endotelio vascular (la capa más interna de los vasos arteriales). Pero ojo: esta ventaja frente al sexo masculino desaparece con la menopausia, cuando se dejan de producir estrógenos.
En cuanto a la edad, la probabilidad de sufrir un ictus isquémico (el más frecuente) aumenta conforme cumplimos años; los ictus hemorrágicos o por alformaciones congénitas se dan antes: entre los 30 y 50 años.
Los factores de riesgo
Si tenemos en cuenta que la falta de riego sanguíneo en el cerebro puede deberse a embolias procedentes del corazón o de las arterias arterioscleróticas que llevan sangre al encéfalo, las carótidas y las vertebrales, cuidar el corazón y las arterias nos ayudará a prevenir un ataque cerebrovascular.
¿Cómo? Hay que mantener a raya el colesterol, la hipertensión y la diabetes y no fumar.
La hipertensión
"Es el factor de riesgo que con mayor fuerza se relaciona con el ictus", explica el doctor Vicente Riambau, especialista en Angiología y Cirugía Vascular en el Centro Médico Teknon y jefe de Cirugía Vascular del Instituto Cardiovascular del Hospital Clínico de Barcelona. Se debe a que la hipertensión lesiona de modo persistente y continuado los vasos que irrigan el cerebro. Tanto los extracraneales (las carótidas) como los más pequeños pueden ver lesionado su tejido (endotelio) por la persistencia de ésta y generar placas de aterosclerosis (grasa en las arterias); algo que deriva en embolias o trombosis arte- riales. Del mismo modo, la hiper- tensión influye en el crecimiento y la dilatación de los aneurismas (la zona débil de nuestros vasos sanguíneos) en aquellas personas con más predisposición genética. ¿Qué ocurre? Que terminan provocando la rotura del vaso y así el ictus hemorrágico.
Después de que sucede
Entre el 40 y el 50% de los enfermos de infarto cerebral abandona el tratamiento dos o tres años después. Esto favorece la aparición de un segundo episodio, cuya repercusión será peor que la del primero. En la actualidad, existen tratamientos preventivos. Varios estudios han demostrado la eficacia de las estatinas (medicamentos para bajar el colesterol) tanto en prevención primaria como en la secundaria de los infartos cerebrales. Estos fármacos reducen las cifras de colesterol (aumentan la circulación cerebral y la capacidad neuroprotectora). Los datos muestran que las estatinas reducen en un 30% la mortalidad global. Así, en algunos pacientes con ictus, el volumen del infarto no llegó a los 30 centímetros cúbicos, mientras que en aquellos que no tomaban estatinas esta cifra casi se triplicó (alcanzaron los 86 centímetros cúbicos). Por otro lado, se dispone de otros fármacos como los anticoagulantes, recomendados para el control de la fibrilación auricular en personas de más de 75 años (o con varios factores de riesgo); los medicamentos para reducir la presión arterial; y los antiagregantes, que actúan sobre las plaquetas impidiendo que se formen coágulos.
Posibles secuelas
La rehabilitación siempre es necesaria. Dependiendo de las secuelas, ésta podrá hacerse desde casa o habrá que acudir a un centro. Poder volver a casa dependerá de si el paciente es capaz de cuidarse sin ayuda o de si tiene problemas para caminar, si cuenta con personas para atenderle en su domicilio o y si la casa es un lugar seguro (sin escaleras, por ejemplo). En caso de quedarse en la vivienda, es muy probable que sea necesario realizar cambios. Debe procurarse que acceda fácilmente a la cama y al baño y retirar elementos, como alfombras, que pueden causar una caída. Otras posibles secuelas son la dificultad de habla, de pensar o razonar, de moverse o incluso de comer o controlar sus esfínteres. En estos casos, se necesitará la ayuda de diferentes especialistas, desde un logopeda hasta un especialista del intestino o en el control de la vejiga.
- Los datos: El ictus es la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera de invalidez permanente entre las personas adultas y una de las principales de déficit neurológico en el anciano.
- Síntomas: Dependerán del área encefálica afectada. Puede manifestarse desde una pérdida del habla o de la movilidad de las extremidades hasta de la visión. Estas alteraciones pueden ir acompañadas de dolor de cabeza intenso, pérdida de la conciencia o convulsiones. Los síntomas pueden durar unos minutos u horas (o ser permanentes si existe infarto cerebral).
¿Cómo actuar?
El tiempo transcurrido desde los síntomas hasta la actuación médica es vital. Si ves que una persona está sufriendo un ictus, lo primero que debes hacer es aflojarle la ropa para que respire bien y llamar al 112. Túmbala con la cabeza y los hombros un poco levantados. Intenta que el ambiente sea relajado, sin ruido, y si hace frío o calor, adecua sus ropas.
Para saber más
- Grupo de Estudio de Enfermedades Cardiovasculares - http://www.ictussen.org/
- Asociaciones de Afectados - https://ictusfederacion.es/fei-home/asociaciones/
- Asociación de Afectados, Familiares y Profesionales - http://www.frenoalictus.org/
- Federación Española de Ictus - http://diamundialdelictus.org/