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Fácil de preparar, delicioso, nutritivo y saludable. El huevo lo tiene todo, y por eso se ha ganado un puesto de honor en la Dieta Mediterránea. Y no solamente es protagonista de todo tipo de preparaciones culinarias, desde los platos más sencillos y populares “de toda la vida” hasta los más selectos de la cocina moderna… Además, el huevo nos aporta una elevada concentración de nutrientes fundamentales que nuestro organismo no es capaz de fabricar por sí mismo. Hablamos de proteínas, vitaminas y antioxidantes, minerales y aminoácidos esenciales, entre otros, que nos ayudan a tener una buena salud, y a prevenir muchas enfermedades, entre ellas, las cardiovasculares.
Por su alto valor nutricional y su bajo aporte calórico, el huevo es un alimento que no puede faltar especialmente en la dieta de las personas mayores –para quienes tiene la ventaja de su facilidad de masticación y digestión– las mujeres embarazadas, los niños y adolescentes, así como de las personas que tienen que seguir una dieta hipocalórica.
Calorías, las justas
Dos huevos medianos (unos 100 gramos de parte comestible) se considera una ración. Aportan unas 141 kilocalorías, lo cual representa sólo el 7% de las diarias recomendadas para los adultos (2.000 kilocalorías).
¿Demasiado colesterol?
Muchas personas creen que hay que limitar el consumo de huevo porque creen que tiene demasiado colesterol.
Sin embargo, según confirman numerosos estudios recientes, a pesar de que contiene unos 200 miligramos de colesterol por unidad, tomar hasta un huevo cada día no eleva el riesgo cardiovascular en personas sanas, ya que aporta fosfolípidos (lecitina), que bloquean la absorción de ese colesterol.
Al mismo tiempo, el huevo contiene más grasas insaturadas (grasas “buenas”) que grasas saturadas (grasas “malas”), junto a vitaminas y antioxidantes que favorecen la prevención de la arterioesclerosis. También puede estar enriquecido en ácidos grasos omega 3, a los cuales se atribuye asimismo un efecto protector sobre el sistema cardiovascular.
Por tanto, el consumo de un huevo diario puede ser compatible con una dieta cardiosaludable. No obstante, las personas con colesterol alto y sobrepeso u obesidad deben seguir el consejo de su médico.
Para la memoria
Un huevo aporta prácticamente el total de la cantidad de colina que nuestro organismo necesita a diario. Esta sustancia es esencial para el sistema nervioso, por lo que su carencia en el organismo se asocia a la pérdida de memoria, así como a trastornos de crecimiento, del hígado, infertilidad, hipertensión, algunos tumores, etc.
Por eso, incluir huevos en nuestra dieta es un paso más en la prevención de estos problemas de salud.
El huevo debe cocinarse hasta que la clara esté coagulada, porque sólo así es capaz nuestro organismo de aprovechar todas sus propiedades nutricionales.
¿Cuánto duran los huevos?
Se conservan frescos y comestibles durante cuatro semanas a partir de la fecha de puesta, siempre que se conserven en el frigorífico tras la compra. Así se evita que absorban olores o sabores de otros alimentos.
¿Hay diferencias entre los huevos según la forma de cría de la gallina?
Esto no implica diferencias en la composición nutritiva del huevo, aunque en algunos casos se les puede añadir a las gallinas un suplemento de proteínas, vitaminas y minerales en el pienso de cereales para mejorar el valor nutritivo de los huevos, lo cual se especifica en el envase.
¿Los huevos blancos y los morenos alimentan igual?
Sí. El color de la cáscara depende de la raza de la gallina, pero su contenido en nutrientes es el mismo.
¿Cómo saber si un huevo está fresco?
Cáscalo en un plato. Si aprecias dos zonas bien definidas en la clara (una más densa y otra que le rodea más fluida, pero no líquida), y tanto la yema como la clara tienen cierta consistencia (no se desparraman), el huevo se puede consumir. Para evitar riesgos, respeta la fecha de consumo preferente.
Con el cocinado, acabamos con los posibles microorganismos. Por eso: tortillas y revueltos, mejor bien cuajados.
6 recomendaciones para evitar infecciones
El huevo es una “fábrica” de infecciones precisamente por su riqueza nutritiva: es un alimento perfecto para las bacterias como la salmonella, que produce una infección denominada salmonelosis. Sus síntomas son principalmente vómitos y diarrea, y puede llegar a ser grave.
Un ambiente cálido favorece la rápida proliferación de esta bacteria, por lo cual extremar la higiene y la precaución en la cocina, sobre todo durante el verano, es imprescindible para no caer enfermos.
- Conserva siempre en el frigorífico los huevos frescos, los platos elaborados con huevo y preparaciones poco cocinadas que no se consuman inmediatamente tras su elaboración (salsas, natillas, cremas pasteleras, etc).
- Deshecha los huevos que tengan la cáscara ligeramente rota.
- Lávalos inmediatamente antes de cascarlos, pero no si los vas a conservar varios días en el frigorífico, para que no pierda la capa natural de protección contra los microorganismos que tiene la cáscara.
- Lávate bien las manos antes y después de cocinar.
- Evita la contaminación cruzada: Los cubiertos, recipientes o tablas de cortar que hayan estado en contacto con huevo crudo deben limpiarse antes de utilizarse con un alimento ya cocinado. Por ejemplo, el plato o cubierto usados para cascar o batir los huevos no deben usarse para servir la tortilla ya hecha; se debe usar otros limpios. Renueva también con frecuencia los paños de cocina y delantales.
- Añadele vinagre o limón a la mayonesa para que a la salmonella le sea más difícil reproducirse en ese medio ácido.