Los últimos estudios revelan que existe una clara relación entre los niveles de vitamina D total y la aparición de enfermedades inmunológicas, inflamatorias y cardiovasculares, así como cáncer (de mama y colon), esclerosis múltiple y diabetes.

Tomar el sol durante diez minutos al día a lo largo de todo el año –da igual que esté nublado– nos protege de estas dolencias.

La vida humana no existiría sin las vitaminas (de ahí su nombre: “vita” = vida). Gracias a ellas es posible el metabolismo (ayudan a convertir los alimentos en energía), el crecimiento y el buen funcionamiento de cada uno de los órganos. Sin embargo, el cuerpo humano no puede fabricarlas por sí mismo –excepto en el caso de la vitamina D, una vitamina especial, que veremos a continuación– por lo que sólo puede obtenerla a través de los alimentos.

Los siete grandes grupos de vitaminas

  • Vitamina A: Retrasa el envejecimiento celular, pues elimina los radicales libres. Interviene en la formación y mantenimiento de la piel, mucosas, dientes y huesos. También participa en la generación de enzimas en el hígado, así como de hormonas sexuales y suprarrenales.

  • Vitamina B: En realidad es un grupo de diferentes componentes (B1, B2, B3, B5, B6, B8, B12) con numerosas funciones vitales, entre las que destaca su colaboración en el metabolismo de los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas.

  • Vitamina C: Es importante en el crecimiento y reparación de encías, vasos, huesos y dientes, y para la metabolización de las grasas. Ayuda a la producción de colágeno, necesario para la cicatrización de heridas. Es una las sustancias que une a las células para formar los tejidos.

  • Vitamina E: Otra antioxidante de las células frente a los radicales libres. Al impedir la oxidación de las membranas celulares, permite una buena nutrición y regeneración de los tejidos.

  • Vitamina H: Interviene en la formación de la glucosa a partir de los carbohidratos y de las grasas.

  • Vitamina K: Se la llama antihemorrágica porque es fundamental en los procesos de coagulación de la sangre.

  • Vitamina D: Gracias a muy recientes investigaciones, ha cobrado un protagonismo muy especial entre las vitaminas, no sólo por la enorme lista de beneficios que proporciona al cuerpo humano (fija el calcio a los huesos y los dientes, es una gran protectora de la piel –retrasa el envejecimiento, aumenta la capacidad de cicatrización, protege de los rayos UVA, previene los tumores cutáneos, equilibra la cantidad de grasa de la piel…–; protege contra el cáncer de mama, pulmón, próstata y colon; tiene un efecto antiinflamatorio, refuerza las defensas contra las infecciones, etc.). Además, ahora se ha descubierto que, analizando los niveles totales (D2 + D3), podemos conocer nuestro estado de salud actual y predecir el riesgo que tenemos de sufrir nuevas enfermedades en el futuro.

Diez minutos bastan… pero lo tomamos poco

La vitamina D no es más importante que sus compañeras, pero merece una especial atención, porque buena parte de la cantidad que el organismo necesita procede del sol. La explicación es que, para que la vitamina se convierta en activa, necesita los rayos UVA solares. De hecho, el 80% de la vitamina D se produce en la piel tras la exposición solar, y sólo el 20% restante se obtiene de alimentos ricos en esta vitamina.

  • Estudios médicos revelan que basta tomar el sol sólo diez minutos cada día, también en invierno, para que nuestro organismo produzca vitamina D en cantidades suficientes para disfrutar de un buen estado de salud. El problema es que, normalmente, nuestros hábitos de vida impiden que tomemos el sol todos los días del año durante ese tiempo recomendado. Se están realizando estudios en los que se observa una gran deficiencia de esta sustancia entre la población, sobre todo en los niños, en las mujeres que ya han cumplido los 40 años y en las personas mayores.

  • Estos hábitos (menos tiempo en la calle, actividades laborales y de ocio en espacios cerrados, etc.) hacen que las concentraciones de vitamina D en la población española estudiada sean semejantes a las de los habitantes de los países de Europa central o Escandinavia. Desde luego, es una realidad paradójica si tenemos en cuenta que en España gozamos de más horas de sol que los nórdicos durante todo el año.

Sin miedo al sol, eso sí, con moderación

Por miedo al cáncer de piel, muchas personas sienten verdadera fobia al sol (tanofobia), por lo que evitan exponerse a él o salen al aire libre lo más cubiertos posible, privándose de los efectos beneficiosos de tomar rayos UVA solares en pequeñas dosis, como el aumento de los niveles de vitamina D. Entre los efectos de esta vitamina está su poder anticancerígeno. Los cánceres más frecuentes en personas mayores son los de próstata, mama, pulmón o colon. Todos ellos son muy sensibles a la vitamina D y se reducen notablemente si tenemos una ingesta adecuada de esta sustancia, siempre que se complete con pequeñas exposiciones a los rayos UVA.

Si te pasas, usa crema solar

El sol es beneficioso para el organismo, pero esto no significa que podamos abusar de él. Los expertos recomiendan tomarlo como máximo diez minutos al día. Pero si deseamos una exposición más prolongada es necesario usar protección solar, aplicándola al menos treinta minutos antes de tomar el sol para evitar quemaduras u otros daños.

Buenas fuentes de vitamina D:

  • Pescado azul: sardina, boquerón, atún, bonito.
  • Lácteos: leche, queso, yogur, margarina.

 

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