Descansa más y mejor: ¡Qué nada te quite el sueño!

En torno al 30% de la población sufre algún trastorno del sueño y un 4% lo padece de forma crónica. Atajándolo a tiempo, podemos evitar que afecte a nuestra salud. Si te cuesta descansar, consulta al especialista en trastornos del sueño. Hay soluciones.


Pasamos durmiendo hasta un tercio de nuestra vida. Cuando alcanzamos los 60 años de edad, la mayoría de nosotros hemos dormido un total de veinte años. está demostrado que el ser humano puede vivir más tiempo sin comer que sin dormir.

Pero, ¿por qué el ser humano tiene esa necesidad de sueño tan vital, que compartimos con el resto de los mamíferos, y hasta con las aves y los reptiles? el motivo es que el dormir permite obtener al cuerpo el descanso físico y mental profundo que necesita. No obstante, el sueño no es un estado de inactividad total, sino que, en realidad, mientras dormimos se están produciendo en nuestro interior numerosos procesos de esencial importancia:

  • El cerebro repara las neuronas y restablece las conexiones neuronales. Al mismo tiempo, durante el sueño se dedica a procesar las experiencias y datos aprendidos durante el día, para archivar esa información en forma de recuerdos.

  • Se ralentiza el metabolismo y el consumo de energía del organismo.

  • El sistema cardiovascular se relaja: la presión arterial normal o elevada experimenta una reducción del 20 al 30%, y el ritmo cardíaco se reduce hasta un 20%.

  • Se reparan los músculos y otros tejidos, y se renuevan células envejecidas o muertas.

  • En niños y adultos jóvenes, las hormonas del crecimiento se liberan durante el sueño profundo.

Noches en duermevela

Muchas personas tienen alterado el ritmo de sueño-vigilia, algunas esporádicamente y otras de forma crónica. En este último caso, hablamos de que existe un trastorno del sueño que es preciso solucionar lo antes posible para que no se convierta en una fuente de problemas serios para la salud.

El trastorno del sueño más habitual es el insomnio, que asociamos a dormir poco. sin embargo, el problema no es solo que se duerme menos cantidad de horas de las que se necesitan, sino que también se altera la calidad del sueño.

Los médicos especialistas en trastornos del sueño hablan de varios tipos de insomnio, estableciendo una clasificación en función de su duración:

  • Insomnio transitorio: Suele durar menos de cuatro semanas. Muy pocos adultos han escapado de sufrirlo en alguna ocasión a lo largo de su vida, ya que suele estar motivado por factores estresantes, que nos mantienen mentalmente alerta durante la noche a pesar del cansancio. Factores que pueden influir en este problema son el consumo de excitantes (café, alcohol, tabaco), los cambios horarios (trabajo por turnos, cambio de hábitos en el fin de semana, viajes en avión), factores ambientales (ruido, luz intensa) y alteraciones psicológicas (preocupaciones puntuales, ansiedad).

  • Insomnio de corta duración: es el que se prolonga hasta tres meses. Las causas son también estresantes, aunque más severas, como el fallecimiento o enfermedad de un familiar o una situación temporal de desempleo.

  • Insomnio crónico: se llama así cuando el problema dura más de tres meses y sus repercusiones son ya peligrosas para el bienestar físico y emocional de quien lo padece. aproximadamente el 50% de las personas con problemas para dormir padecen este tipo de insomnio.

“Duermo, pero no descanso”

Muchas personas, sobre todo con el paso de los años, aseguran tener insomnio cuando en realidad duermen entre seis y ocho horas o incluso más. su problema reside en que con ese sueño no están logrando un descanso reparador. su consecuente exceso de somnolencia (hipersomnia), que les obliga a dormir siestas o cabezadas a lo largo del día, les lleva a creer que no han pegado ojo en toda la noche.

Un trastorno muy frecuente que provoca este efecto es la apnea del sueño, que afecta al 4% de la población, sobre todo a los hombres y a las personas obesas. Quienes lo sufren emiten fuertes ronquidos que les despiertan y además dejan de respirar intermitentemente durante diez o más segundos mientras duermen, debido un bloqueo de las vías aéreas que se puede deber a una disminución de la actividad muscular, a un aumento del tejido circundante o al estrechamiento de las vías aéreas por problemas anatómicos. Las consecuencias al despertar son somnolencia, irritabilidad y dolor de cabeza.

Consulta al especialista

Cada trastorno del sueño tiene unas causas diferentes. Su origen puede estar en alteraciones psicológicas, pero también en daños neurológicos o problemas respiratorios. Ante una falta de sueño continuada y sin causa aparente, el médico de familia puede indicar un tratamiento con medicamentos, pero hay que tener muy en cuenta que cuando estos se toman por un tiempo prolongado, el organismo se acostumbra a la sustancia activa y es necesario ir aumentando la dosis progresivamente. Además, si se retiran las pastillas de forma brusca puede producirse síndrome de abstinencia, es decir, una vuelta al insomnio, lo que se conoce como insomnio “de rebote”.

Por supuesto, sobra decir que automedicarse en estos casos puede tener consecuencias muy peligrosas para la salud.

El especialista en trastornos del sueño es quien mejor puede determinar el diagnóstico. en caso de que sean necesarias, existen diversas pruebas como la polisomnografía, que consiste en la realización de un estudio del sueño durante una noche completa, controlando la actividad cardíaca y respiratoria, y que se hace en una unidad de sueño hospitalaria.

¿Cómo afecta a la salud dormir mal?

  • RIESGO DE DIABETES: La interrupción de los ciclos de sueño normales puede afectar la capacidad del páncreas para producir insulina y, de esta forma, predisponer a nuestro organismo a padecer diabetes.

  • OBESIDAD: Dormir mal aumenta la producción de grelina, una hormona que estimula el apetito, y disminuye la de leptina, que produce saciedad.

  • DAÑOS VASCULARES: En el caso de la apnea del sueño, la interrupción del flujo de oxígeno que llega al cerebro y al corazón aumenta el riesgo de infartos cerebrales y de miocardio, entre otras enfermedades.

  • MALA MEMORIA: Al alterarse la actividad del cerebro con la falta de sueño. Se produce un deterioro de la memoria y de la capacidad de concentración.

  • DEPRESIÓN: La irritabilidad y los cambios de humor pueden derivar en ansiedad, que puede terminar en un cuadro depresivo.

  • OJERAS Y BOLSAS: Los ojos acusan la falta de descanso por la carencia de suficiente oxigenación y reposo. A la congestión y oscurecimiento de su contorno se suman la sequedad, el enrojecimiento y la fatiga ocular.

  • ACCIDENTES DE TRÁFICO: Está comprobado que la lentitud de reflejos que provoca la somnolencia es la causa directa de muchos despistes durante la conducción que a menudo tienen fatales consecuencias.

Consejos para descansar mejor

  • Evita la nicotina, el alcohol o el café antes de dormir.

  • No cenes en exceso, ni te acuestes con hambre.

  • Haz ejercicio suave regularmente, pero siempre al menos tres horas antes de acostarte.

  • Mantén un horario de sueño lo más regular posible durante toda la semana.

  • En tu dormitorio, la luz y la temperatura deben ser las que más te agraden.

  • No vayas a la cama hasta que no tengas sueño.

  • Evita actividades en la cama como leer, ver la televisión, hablar por teléfono.

  • Intenta vencer la tentación de echarte la siesta, especialmente en la cama. Si la duermes, que no supere los 20 minutos.

  • Si no consigues quedarte dormido/a, levántate, vete a otra habitación y haz alguna alguna actividad hasta que sientas sueño, para volver entonces a la cama.

  • No te obsesiones, porque el miedo a no poder dormir impide conciliar el sueño. Aprende a relajarte y lo superarás.

 

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