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El hígado graso es un acúmulo inadecuado de grasa (de triglicéridos) en las células hepáticas. Puede ser consecuencia de muy diversas causas, pero destacan principalmente dos que podrían evitarse: el consumo de alcohol y las alteraciones metabólicas (como son el exceso de peso, la diabetes o tener el colesterol y los triglicéridos altos).
Menos frecuente es cuando se produce por el consumo de fármacos como los corticoides, el tamoxifeno y algunas quimioterapias; y mucho más raro aún si se da en el embarazo (este caso solo afecta a una de cada 10.000-15.000 mujeres).
Cuida tu peso
"Más del 70% de los pacientes con hígado graso son obesos y más del 75% tienen diabetes tipo 2 o resistencia a la insulina", explica el doctor José María Alberdi, jefe de Aparato Digestivo. Y añade: "Entre el 20 y el 80% de los afectados tiene elevación de colesterol y/o triglicéridos".
Hasta hace unas décadas el consumo excesivo de alcohol era la causa más frecuente de hígado graso, pero con los cambios de hábitos alimentarios (con mucha comida rápida y poca fruta y verdura) y el aumento del sobrepeso y la obesidad el panorama ha cambiado y ahora es éste el factor que más influye para desarrollar este trastorno cada vez más frecuente.
Otro dato que también llama la atención es que tradicionalmente el hígado graso era típico de mujeres mayores de 50 años (con un 65-83% de los casos en 1990); sin embargo, nuestros malos hábitos están haciendo que se igualen las cifras de hombres y mujeres e, incluso, que sea mayor en varones. "Están apareciendo pacientes jóvenes y niños", alerta el doctor Alberdi.
Síntomas
Lo normal es que no presente ninguno, lo cual hace que se descubra de forma accidental al realizar un estudio de imagen como una ecografía o un TAC abdominal. En otras ocasiones pueden encontrarse elevadas las enzimas del hígado al realizar un análisis de sangre. Solo a algunos pacientes les causa dolor abdominal (en el lado derecho), cansancio o malestar general.
Dieta mediterránea
El hígado graso se considera una enfermedad no curable, pero sí puede controlarse su avance si mantenemos a raya sus factores de riesgo: el sobrepeso, el consumo de alcohol, la diabetes y el exceso de colesterol y trigliceridos.
Además, se debe seguir una dieta sana y equilibrada (como la mediterránea) y realizar ejercicio regularmente. Es necesario llenar la despensa con frutas, verduras y aceite de oliva, consumir habitualmente pescado blanco y azul y limitar la ingesta de carnes rojas, bollería, mantequilla y fritos, lo que ayudará a mantener a raya la enfermedad. Si no se controla, estos pacientes afectados de hígado graso tienen mayor riesgo de presentar trastornos cardiacos como la angina de pecho, el infarto de miocardio y la hipertensión arterial. También es más frecuente que padezcan apnea del sueño y enfermedades más graves como la cirrosis hepática y el cáncer de hígado.
Los obesos de hígado graso tienen mayor riesgo de insuficiencia cardiaca
Lo que debes evitar
El alcohol no solo puede ser la causa sino también la consecuencia de que esta enfermedad acabe en cirrosis hepática o cáncer de hígado. Evita su consumo y sigue una dieta en donde no falte la fruta, verdura y el pescado. Es importante que los alimentos altos en grasas saturadas sean eliminados por completo de la dieta ya que nuestro hígado graso tendría problemas para digerirlos. Los alimentos ricos en azúcares naturales, o los que tienen un alto índice glucémico que eleven los niveles de glucosa en sangre, también deben ser desterrados porque afectan severamente al hígado (como la bollería).