Los nervios sensoriales conectan el mundo con nuestro cerebro. Este conjunto de pruebas permiten conocer si existe una lesión o trastorno que impide esa comunicación.

¿Qué es?

Es un conjunto de pruebas que permiten detectar lesiones neurológicas en casi cualquier zona del sistema nervioso. Estudia la actividad eléctrica neuronal, para comprobar si el sistema nervioso funciona correctamente ante estímulos visuales, táctiles o auditivos. Es similar al electroencefalograma. El neurólogo es el especialista que solicita estas pruebas, que a menudo deben ser complementadas con una tomografía computarizada (TAC) o una resonancia magnética del cerebro para poder realizar un diagnóstico más preciso.

¿En qué casos se realiza?

Este tipo de estudios son de gran ayuda para el diagnóstico de enfermedades como:

  • Trastornos de audición en recién nacidos. Se comprueba si el bebé recibe correctamente los estímulos auditivos en el cerebro y se determina cuál es su umbral auditivo (escala de frecuencias sonoras que es capaz de percibir).

  • Tumores en el nervio acústico, que es el encargado de transmitir los impulsos nerviosos desde el oído al cerebro. Son una posible causa de sordera, aunque poco frecuente.

  • Lesiones neuronales derivadas de la esclerosis múltiple o de traumatismos graves, entre otros trastornos.

  • Ceguera. Con esta prueba se puede saber si existe una lesión en el nervio óptico o bien si se encuentra en la corteza cerebral, que recibe las señales eléctricas.

  • Coma cerebral. También es posible estudiar la actividad cerebral ante estímulos externos de personas en coma.

¿En qué consiste?

Existen diferentes pruebas, según el órgano sensorial que se vaya a estudiar.

  • Vista: Para el estudio de la recepción cerebral de estímulos visuales, se le colocan al paciente unos electrodos en el cuero cabelludo, que miden la actividad del cerebro mientras mira una pantalla donde aparecen imágenes.

  • Oído: Para comprobar la respuesta auditiva del cerebro, se le ponen al paciente electrodos en la cabeza y en los lóbulos de las orejas. A continuación se hacen escuchar diferentes sonidos (tonos y ruidos similares a chasquidos) a través de unos auriculares.

  • Tacto: Se denominan pruebas somatosensoriales. Para comprobar si el cerebro del paciente procesa correctamente los estímulos táctiles, se le colocan unos electrodos en diversas zonas (cuero cabelludo, muñecas, parte posterior de las rodillas, lumbares) y se le aplican descargas eléctricas suaves.

¿Qué preparación requiere?

Los estudios de potenciales evocados se realizan en las unidades de neurofisiología de los hospitales. No requiere el ingreso del paciente y no es necesario ir acompañado. No hace falta permanecer en ayunas previamente.

  • El paciente debe acudir a la prueba con el pelo limpio, pero sin usar acondicionador, fijador o laca.

  • Es importante comunicar al médico todas las medicinas que se toman habitualmente.

  • Pueden realizarse estas pruebas las mujeres embarazadas y lactantes. 

¿Quién no puede someterse a estas pruebas?

Este estudio está contraindicado para las personas que padecen epilepsia, dado que ciertos estímulos, especialmente los visuales, pueden provocarles crisis. Tampoco se suelen realizar estímulos táctiles a las personas afectadas por enfermedades de los músculos, por el riesgo de que sufran espasmos.

¿Relajado o con los sentidos al 100%?

Para la realización de las pruebas auditivas y somatosensoriales, normalmente se pide al paciente que acuda relajado y con sueño. Por este motivo, tu médico puede pedirte que permanezcas despierto toda la noche o que duermas pocas horas antes de la cita.

En cambio, para hacerte una prueba óptica, debes estar totalmente alerta. En este caso, trata de descansar todo lo que puedas la noche anterior.

Este tipo pruebas son especialmente útiles en pacientes que no son capaces de expresarse ante determinados estímulos externos (bebés y niños pequeños, personas discapacitadas, con Alzheimer, etc.)

 

 

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