A cualquier edad el oído puede comenzar a fallar por diversas causas, pero es más normal que ocurra a partir de los 50 años. Con esta prueba se puede detectar a tiempo y ponerle solución.

¿Qué es?

La audiometría es un examen que tiene por objeto determinar el grado de pérdida auditiva, así como realizar controles periódicos para evaluar su progresión.

Se exploran dos aspectos: la capacidad para oír sonidos transmitidos, primero, a través del aire, y en segundo lugar, a través de los huesos de la cabeza.

Si la pérdida de audición se debe a problemas en el oído medio, recibe el nombre de hipoacusia de conducción. Si se trata de un problema del oído interno, hablamos de hipoacusia neurosensorial o hipoacusia de percepción.

¿En qué casos es necesaria?

Una de las causas más comunes de pérdida de audición es la presbiacusia, que es el deterioro auditivo producido por la edad. Padecen este trastorno en torno al 25% de las personas entre los 65 y 75 años de edad y entre el 70 y el 80% de los mayores de 75 años. Esta pérdida de audición, aunque suele ser imperceptible para la propia persona afectada en los primeros momentos, se puede controlar si se detecta mediante una audiometría. La realización de esta prueba cada año es muy conveniente, por tanto, a partir de los 50 o 55 años.

También es una prueba imprescindible a cualquier edad para comprobar si existe pérdida de audición como consecuencia de infecciones crónicas del oído, de un trauma acústico (accidente en el que ha habido rotura de tímpanos), ciertos trastornos hereditarios o por acción de algunos medicamentos.

¿Cómo se realiza la prueba?

  • El paciente entra en una cabina insonorizada y se coloca unos auriculares. Se explora primero un oído y luego el otro de manera independiente. A continuación, el audiólogo o técnico le va presentando una serie de sonidos a los que deberá responder levantando la mano. Estos sonidos irán disminuyendo de intensidad hasta hacerse inaudibles.

  • Esta misma tarea se repetirá varias veces con sonidos a diferente frecuencia, con lo cual al finalizar la prueba se sabrá en qué medida (“umbral auditivo”) el paciente es capaz de escuchar cada sonido evaluado. Cuanto más alto se deba presentar el sonido al paciente para que lo oiga, mayor es la pérdida auditiva.

  • Para explorar cómo oye el paciente a través de los huesos de la cabeza, se aplica un vibrador detrás de la oreja.

  • La duración aproximada de la prueba es de unos quince minutos. Los resultados se representan en una gráfica, denominada audiograma, que refleja la capacidad auditiva del paciente.

¿Se requiere algún tipo de preparación? ¿Tiene algún riesgo?

Para realizarse una audiometría no hace falta preparación previa. Se trata de una exploración habitual y cómoda para el paciente que no comporta riesgos ni molestias durante su realización, ni existen contraindicaciones. Solo de forma excepcional, en personas con un trastorno auditivo conocido como hiperacusia, el estímulo sonoro puede resultar molesto a determinadas frecuencias o intensidades.

¿Cómo es el sonido que se oye en esta prueba?

El sonido que se escucha a través de los auriculares es un pitido continuo grave o agudo, según la frecuencia, a distintos volúmenes.

Aunque, por lo general, el oído humano puede detectar frecuencias tan graves como 20 hercios y tan agudas como entre 16.000 a 20.000 hercios, en una audiometría convencional se presentan sonidos que van desde los 250 hercios a los 8.000 hercios. En estas frecuencias se sitúa la voz hablada y por ello son las más importantes de evaluar.

¿En niños se realiza de igual manera?

En el caso de bebés y niños muy pequeños, el audiólogo puede evaluar su capacidad para oír utilizando pruebas electrofisiológicas no invasivas que miden las respuestas de las ondas cerebrales o las respuestas del oído interno ante el sonido. También se emplean métodos de observación de la conducta del niño cuando se le presenta un sonido (incluso mediante juegos) para determinar su nivel de audición.

A los niños mayores se les pueden realizar pruebas con auriculares de forma similar a los adultos.

¿Y tú, cómo oyes?

  • Audición normal: No tienes problemas para oír y entender.

  • Pérdida de audición mediana. Tienes dificultades para escuchar y entender a alguien que te esté hablando a cierta distancia o que hable un poco bajo. Entender conversaciones con fondos ruidosos te resulta difícil.

  • Pérdida de audición moderada. Tienes dificultades para entender las conversaciones. Tratar de entender conversaciones en fondos ruidosos te resulta extremadamente difícil.

  • Pérdida de audición severa. Te cuesta escuchar y entender las palabras en todas las situaciones.

  • Pérdida de audición profunda. No percibes sonido aunque te griten o haya ruidos muy fuertes a tu alrededor.

 

 

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