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Los cambios producidos en el estilo de vida en los últimos años, con dietas cada vez más calóricas y una actividad física cada vez menor, han desembocado en que el número de personas con obesidad haya aumentado mucho. Recordemos que la obesidad se asocia con un incremento de las enfermedades crónicas, una disminución de la calidad de vida de los afectados y un aumento de los factores de riesgo cardiovascular, constituyéndose en un importante problema de salud pública en los países occidentales, entre ellos, España.
Peligrosa combinación de trastornos
Se dice que una persona tiene síndrome metabólico cuando presenta alteración del metabolismo de la glucosa o diabetes mellitus tipo 2, obesidad central, hipertensión arterial y dislipemia (aumento de los triglicéridos y disminución del colesterol HDL o “colesterol bueno”). Estos factores combinados suponen un alto riesgo cardiovascular.
Se trata de un síndrome en el que tanto factores genéticos como ambientales desempeñan un papel muy importante. Sin embargo, la obesidad parece destacarse como la principal responsable: cada vez es más frecuente el diagnóstico de síndrome metabólico porque cada vez es mayor el número de personas con obesidad.
¿Cuándo hablamos de “obesidad”?
El índice de masa corporal (IMC) es el valor que usamos los médicos para valorar si una persona está dentro del rango de peso adecuado a su talla y edad. Se calcula dividiendo el peso (en kilos) por la altura (en metros) elevada al cuadrado. (IMC= peso/ altura²).
Se considera que una persona tiene obesidad cuando su índice de masa corporal es igual o mayor de 30 kg/m². Cuando el índice de masa corporal es igual o mayor a 40 de kg/m² entonces hablamos de obesidad mórbida.
Niños y adolescentes: aún están a tiempo
En los últimos años se ha observado un importante aumento del sobrepeso y la obesidad entre los niños y los adolescentes, lo cual se asocia con un incremento del riesgo cardiovascular en la edad adulta. Es fundamental, por tanto, insistir en la prevención de la obesidad en estas edades.
En cifras
En el síndrome metabólico están presentes tres o más de los siguientes criterios:
- Glucosa plasmática en ayunas que supera los 100 mg/dl.
- Hipertensión arterial.
- Aumento de los niveles de triglicéridos (más de 150 mg/dl).
- Niveles bajos de colesterol HDL o “colesterol bueno” (menos de 40 mg/dl en hombres y menos de 50 mg/dl en mujeres).
- Obesidad abdominal (perímetro de cintura superior a 102 cm en hombres y superior a 88 en mujeres).
Mejorando paso a paso
El primer paso en el tratamiento del síndrome metabólico es la modificación del estilo de vida con pautas, aunque sencillas y bien conocidas, son siempre de enorme importancia:
- Alimentarse bien. Llevar una dieta completa, equilibrada y baja en calorías.
- Controlar el peso. El objetivo principal será mantenerse en los kilos adecuados según tu talla y tu estatura.
- Limitar el consumo de alcohol. Aporta muchas calorías y pocos nutrientes.
- Abandonar el tabaco. Una buena manera, por ejemplo, puede ser participando en uno de los muchos programas individuales o en grupo para dejar de fumar.
- Hacer ejercicio de forma regular. Se puede comenzar caminando unos treinta minutos tres veces por semana, lo cual equivale a un gasto de 250 calorías cada vez. Este ejercicio debe estar adaptado a las características de cada uno.
El médico determinará en cada caso si es preciso complementar el tratamiento con fármacos para controlar los factores de riesgo cardiovascular que se hayan detectado.
Prevenir la obesidad reduce las probabilidades de padecer enfermedades cardiovasculares en el futuro.