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Se calcula que una de cada seis parejas españolas que desean tener hijos (el 15%) tiene problemas para concebir. En un 30% de los casos se debe a un problema de esterilidad del varón debido a alteraciones testiculares, a la obstrucción de conductos, a enfermedades de la próstata, a trastornos endocrinos como la diabetes, a alteraciones en la eyaculación o en la erección y, con elevada frecuencia, a alteraciones en la calidad del esperma. Otro 30% de los casos tiene su origen en trastornos reproductivos femeninos, como la menopausia precoz, la endometriosis, las obstrucciones o lesiones de las trompas de Falopio, anomalías uterinas y cervicales o problemas ovulatorios. Un 20% más corresponde a causas mixtas o combinadas, en las cuales los dos miembros de la pareja son responsables. Y en el restante 20% de los casos, la causa de la infertilidad de la pareja se desconoce.
Muchas parejas con problemas para tener hijos finalmente lo consiguen tras ponerse en tratamiento, ya sea el hombre, la mujer o ambos. ¡Podéis lograrlo!
Problemas espermáticos
En numerosos casos, no se identifica el factor causal asociado a la infertilidad masculina mediante analíticas y una exploración física, pero es frecuente observar en el semen una disminución en el número de espermatozoides, reducción de la motilidad de los mismos y/o muchas formas anormales de espermatozoides.
El esperma o semen es un líquido viscoso y blanquecino que es expulsado a través de la uretra durante la eyaculación. Está compuesto por los espermatozoides, que representan menos del 10% de su volumen, y por el líquido seminal, que está formado por azúcares, aminoácidos, hormonas, minerales, enzimas, proteínas, etcétera.
Puesto que, como apuntábamos antes, en un alto porcentaje de hombres una baja calidad del esperma es lo que origina las dificultades para conseguir el embarazo o para llevar la gestación a término, las parejas que están buscando tener descendencia tienen que conocer los motivos que pueden estar detrás de este problema, puesto que en buena medida, la mayoría son modificables.
- Edad: Los testículos producen espermatozoides de forma constante durante toda la vida del hombre desde la pubertad. Sin embargo, se ha observado que a partir de los 40 años disminuye la producción de semen y la movilidad de los espermatozoides.
- Estrés: Ante las dificultades para tener hijos, muchos varones sufren una intensa tensión nerviosa que afecta a la calidad del semen. Si a esto se suma la ansiedad de la mujer, las probabilidades de lograr un embarazo disminuyen significativamente.
- Consumo de tabaco: Las sustancias tóxicas que contiene el tabaco dañan el material genético de los espermatozoides.
- Consumo de marihuana: Parece ser que esta droga reduce la movilidad de los espermatozoides, disminuyendo así las posibilidades de fecundación y embarazo.
- Ejercicio físico intenso y continuado: Ciertos factores asociados a la practica deportiva de competición pueden asociarse a la infertilidad. Por ejemplo, en el ciclismo, la fricción continuada de los genitales con el sillín y el uso de ropa ajustada puede aumentar la temperatura de los testículos y dificultar la producción de esperma de calidad suficiente como para lograr la fecundación.
- Contaminación ambiental: La exposición a ciertas sustancias podría provocar mutaciones en los espermatozoides, dando lugar a esperma de más baja calidad.
- Mala alimentación: Un consumo excesivo de grasas y bajo en ácido fólico, zinc y antioxidantes podría disminuir la calidad del semen.
La edad de ella sí influye
Aun en ausencia de problemas de fertilidad por parte de ambos cónyuges, el reloj biológico humano juega en contra de la capacidad reproductiva, sobre todo en el caso de la mujer. Mientras que los varones, por norma general, pueden tener hijos a edades realmente avanzadas (se han registrado padres de hasta 94 años de edad), la fertilidad femenina disminuye sensiblemente desde los 35 años, y a partir de los 45 la posibilidad de un embarazo espontáneo (no inducido por técnicas de reproducción asistida) es excepcional. Según los estudios, para las mujeres, la edad perfecta para tener hijos es entre los 25 y los 30 años, etapa vital en la que alcanzan su mejor etapa física y psíquica.