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La piel de la axila es una de las más sensibles de todo el cuerpo, aunque se puede asegurar que también es de las zonas a las que menos atención prestamos. Su barrera hidrolipídica, que actúa como escudo ante las agresiones, es especialmente delgada, lo que le confiere una vulnerabilidad especial. Si a estas circunstancias se le añade el hábito de la depilación, no es de extrañar que la piel de las axilas se resienta aún más si no las cuidamos como requieren.
Sin pelos a la vista
La depilación es una de las agresiones más severas a las que sometemos a nuestras axilas, ya que durante este proceso no solo eliminamos el vello, sino que también suelen desprenderse capas superficiales de la piel. De esta forma, la piel pierde parte de su protección natural, y es muy habitual que se irrite con facilidad, que aparezca picor, escozor, sequedad y enrojecimiento.
El vello de las axilas normalmente crece a gran velocidad, sobre todo si las depilamos con cuchilla, y por ello lo más común es que haya que repasarlas prácticamente todos los días para que luzcan un aspecto agradable y cuidado. Es una pequeña “esclavitud” a la que no cabe más remedio que acostumbrarse, a no ser que consigamos eliminar este pelo, que a veces es algo rebelde, mediante depilación láser.
Con la cera depilatoria se consigue, después de un tiempo, que el vello axilar se vaya debilitando y que tarde más en volver a salir.
No solo es cosa de mujeres
Aunque hace décadas lucir vello en las axilas era de lo más normal, hoy en día se considera más estética una axila bien depilada que aquella en la que el vello crece a sus anchas. Por otra parte, una axila libre de pelo parece aportar más comodidad a la hora de hacer ejercicio, ya que así se reduce, al menos en parte, la sudoración y el picor que puede producir la fricción de los brazos con el cuerpo.
En los últimos años estamos asistiendo a un fenómeno curioso: la depilación de las axilas ha dejado de ser una costumbre estrictamente femenina, y son cada vez más los hombres que se las depilan (al igual que otras zonas del cuerpo) de manera habitual, por lo que también ellos tienen que cuidarlas para mantenerlas sanas.
¿Elijo un desodorante o un antitranspirante?
Si la depilación es siempre agresiva para las axilas, también puede serlo el uso de desodorantes, por eso hay que elegir bien entre la gran variedad de ellos que existe para dar con el más adecuado para nuestra piel y la cantidad de sudor que solemos producir:
- Los productos antitranspirantes controlan la segregación de sudor y mantienen moderadamente seca la piel de las axilas gracias a su contenido en sales de aluminio.
- Los desodorantes no impiden la transpiración, sino que actúan sobre el mal olor cuando ya se ha segregado el sudor. Su estrategia para combatirlo se basa en la reducción de los microorganismos que descomponen las diversas partículas que componen el sudor y en su acción perfumadora.
La creencia popular es que los antitranspirantes pueden provocar una acumulación de toxinas en los ganglios linfáticos que hay bajo los brazos. También se habla de una posible acción cancerígena, pero no hay estudios fehacientes que confirmen estos dos extremos.
A favor tienen dos claros beneficios: mantienen la piel y la ropa seca y sin manchas, evitando así los antiestéticos surcos de sudor en la ropa.
Si tienes problemas para controlar tu sudoración y/o tu olor corporal, el comportamiento más inteligente será siempre preguntar a tu dermatólogo para que estudie tu caso concreto y decida qué tipo de producto te resultará más eficaz.
Necesitan hidratación
La norma número uno en el cuidado de las axilas es aportarles siempre una buena hidratación. De esta manera van a soportar mejor las agresiones externas a las que las sometemos. Suele tener buen resultado utilizar productos que contengan ingredientes emolientes y fragancias suaves libres de alcohol. De esta forma, se minimiza el riesgo de irritaciones y reacciones alérgicas y preparamos la piel para la próxima depilación.
Para que el desodorante no te abandone...
Consejos útiles para que tu desodorante cumpla la función que esperas de él:
- Debe emplearse sobre la piel perfectamente limpia, preferentemente después de la ducha. Las axilas deben estar totalmente secas, porque si están húmedas o sudorosas, su aplicación resultará inútil.
- Después de la depilación, lo ideal es que transcurra como mínimo una hora para aplicar el desodorante. Si se aplica este producto inmediatamente después de depilarlas, lo más fácil es que se irriten y se enrojezcan, sobre todo si contienen alcohol. Si tu piel es seca o muy sensible, opta en cualquier caso por un desodorante sin alcohol, ya que el alcohol contribuirá a resecar la piel de las axilas más aún.
- Los desodorantes en roll-on, en crema o en stick no se deben compartir con otras personas por motivos de higiene. Con los de spray no hay inconveniente.
- Si tienes un verdadero problema con el sudor y quieres tener la seguridad de que tu olor corporal está bajo control, puedes usar toallitas desodorantes, muy cómodas para llevar en el bolso, que te permitirá sentirte limpia en todo momento sin necesidad de tener que volver a casa para asearte.
Cuidados tras la depilación láser
La depilación láser produce una sensación de leve ardor similar a la que ocasiona una quemadura solar. Las pequeñas lesiones enrojecidas e inflamadas que quedan días más tarde (que se irán volviendo más oscuras) son normales y tardan en desaparecer en torno a un par de semanas.
Aunque aparentemente se haya acabado con el vello de toda la superficie de la axila, es posible que, pasados unos siete o diez días, vuelva a aparecer vello en alguna zona localizada. En este caso, será necesaria alguna sesión de depilación más.
Es importante realizar una exfoliación semanal de la piel de las axilas para eliminar las células muertas, mantenerlas hidratadas y respetar el intervalo necesario entre las sesiones de depilación.