SABER VIVIR COMUNICACIÓN, S.L.
En el mercado podemos encontrar diversas variedades de presentación de la fruta: en almíbar y envasada al vacío (en tarro de cristal o en lata), seca, escarchada, en compota o mermelada… Desde luego, son buenas opciones para incluir un poco más de fruta en nuestra dieta. Sin embargo, lo más sano es lo natural: la fruta fresca, pues nos aporta intactas todas sus vitaminas, su fibra y otros nutrientes y tiene muchas menos calorías que la fruta procesada, que suele llevar jarabe de glucosa, miel o edulcorantes artificiales añadidos.
De temporada
Y si hablamos de calidad y sabor, no hay duda que la elección debe ser fruta de temporada, que es la propia de cada mes o estación, si bien podemos disfrutar de todo tipo de variedades durante todo el año gracias a la fruta de importación y de invernadero.
Una pieza de fruta siempre a mano
- En el desayuno: Es una inyección de vitaminas para comenzar el día.
- A media mañana y en la merienda: Alimenta y sacia el apetito hasta la siguiente comida principal.
- En la comida y en la cena: Como postre, completa el aporte de vitaminas y fibra que hemos ingerido.
Mi niño no quiere la fruta. ¿Qué hago?
- Hazla más atractiva: cortada en trozos, picada, en zumo, en batido, en macedonia, con yogur, con helado…
- Acostúmbrale a que la coma. Terminará gustándole.
- Dale ejemplo: Si mamá y papá comen fruta todos los días los niños también lo asumirán como un hábito sano.
Mordiscos de salud
La fruta es la “vacuna” más natural que existe para:
- El envejecimiento precoz. Sus antioxidantes refuerzan a todas las células del organismo frente a las agresiones externas. Se aprecia, por ejemplo, en la piel, pues previene la aparición de arrugas y manchas.
- Las infecciones, sobre todo las respiratorias. Las vitaminas A y C protege las mucosas de la acción de virus y bacterias.
- El estreñimiento. No hay nada como la fibra de la fruta (y de la verdura) para “ir como un reloj”.
- El cáncer. También gracias a sus antioxidantes naturales, nuestro cuerpo es más resistente a la proliferación de células cancerígenas que pueden dar lugar a tumores.
- Nos protege de los infartos.