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Vacaciones. Si viajas... ¡que no te den los 7 males!

Llevas esperando las vacaciones todo el año. Las has soñado, planeado, organizado... y pagado. Tomar las debidas precauciones sanitarias es la guinda para evitar que un accidente inesperado o algún inoportuno problemilla de salud te las arruinen. Más vale prevenir.

Agosto es el mes viajero por excelencia. Millones de españoles ultiman los preparativos para salir de vacaciones: repasan la lista de lo que meterán en la maleta y se empapan de información sobre el destino elegido para no perderse nada. Pero si hay un aspecto esencial en el que es imprescindible pensar con antelación es en la salud. El objetivo es evitar las posibles complicaciones que implican los desplazamientos –mareos, jet lag, intoxicaciones alimentarias…– y estar prevenidos para saber cómo actuar en caso de accidentes o enfermedad. Estos son algunos de los aspectos que debes considerar antes de salir.

¿Tengo que vacunarme? Si tu destino está en algún país de África, Centroamérica o Sudamérica, el Sudeste Asiático, Europa oriental, Oriente medio, China o Islas del Pacífico... debes tomar precauciones. La web del Ministerio de Asuntos Exteriores ofrece una completa guía, país por país, con las condiciones sanitaria, las vacunas necesarias y las recomendaciones específicas (www.exteriores.gob.es).

¿Y si necesito atención médica en el extranjero?  Conviene que te informes con antelación de cuál es la cobertura sanitaria en los lugares que vas a visitar. La Tarjeta Sanitaria Europea permite al beneficiario el acceso a los sistemas nacionales de salud en el Espacio Económico Europeo y Suiza en las mismas condiciones que los nacionales de esos países. Por lo tanto, si el sistema público es de copago o reembolso, serás atendido de esta manera.

¿Conviene contratar un seguro médico? En general, el seguro que tengas en España no cubre la asistencia en el extranjero, ni tampoco la póliza que se suscribe al comprar un billete de avión. Los gastos de hospitalización y tratamiento médico en muchos países deben ser asumidos por el paciente y pueden ser muy elevados. Lo mejor es contratar un seguro que garantice plena cobertura. Asegúrate de que contempla todas las actividades que tengas planeado realizar: submarinismo, motos de agua, montañismo…

La gastronomía es uno de los pequeños o grandes placeres de viajar. ¡A ver quién se resiste a los nuevos sabores, nuevos aromas y recetas de la cocina local! Sin embargo, el calor, las deficientes condiciones higiénicas y de conservación de los alimentos son el hábitat en el que bacterias, virus y parásitos, hacen –y nunca mejor dicho– su agosto. El 40 por ciento de las personas que viajan a algún país tropical sufren la llamada diarrea del viajero –o gripe intestinal–, debido al consumo de alimentos o bebidas contaminados o en mal estado. _La mayoría de las veces no es un problema grave porque el cuerpo acaba acostumbrándose a los cambios de microorganismos y de medio ambiente, pero en el 30 por ciento de los casos pueden provocar la necesidad de quedarse en cama durante dos o tres días_, aseguran desde la Fundación Española del Aparato Digestivo.

Pero no hace falta irse lejos para padecer los estragos de una intoxicación alimentaria. En España es uno de los primeros motivos de consulta en los meses de verano. Para evitarlas conviene ser estrictos con algunas normas:

EN CASA:

Guarda la comida en el frigorífico. A menos de 3ºC tanto si están sin cocinar, como si ya están guisados pero no los vas a comer de inmediato.

Cocina bien los alimentos. Evita, por ejemplo, las carnes crudas o poco hechas. El calor destruye los microorganismos. Para ello la cocción debe alcanzar los 70ºC en el centro del producto.

Descongela dejando los alimentos en la balda inferior de la nevera. Tarda más que si lo dejas en la encimera, pero así no se romperá la cadena de frío.

Congela el pescado si quieres comerlo crudo o poco cocinado, como los boquerones en vinagre o el sushi. Para evitar la contaminación por Anisakis, debe estar por debajo de los 180ºC durante 48 horas.

FUERA DE CASA:

Evita los puestos ambulantes. Debemos comprar y consumir los alimentos que procedan de establecimientos autorizados y que cumplan los requerimientos higiénicos de manipulación.

De picnic, ten en cuenta que los alimentos no deberían estar a temperatura ambiente más de dos horas. La mejor opción es una nevera portátil con hielo o bloques de gel, aunque algunos alimentos _seguros_ como los bocadillos aguantan bien una excursión corta en bolsas de refrigeración. Descarta los platos que contengan huevo, mayonesas o lácteos.

Bebe solo agua embotellada y evita también los cubitos de hielo de origen desconocido.

Ante cualquier local de _dudosa_ higiene, mejor aguanta un poco el hambre y busca otro mejor. Si es inevitable, nunca consumas productos crudos.

ALIMENTOS MÁS Y MENOS SEGUROS:

La Fundación Española del Aparato Digestivo lo tiene claro: “Los alimentos con mayor riesgo son los adquiridos en la calle a vendedores ambulantes, y los más seguros son los cocinados por nosotros mismos”. Entre los más peligrosos destacan: moluscos, mariscos, frutas no lavadas o peladas, ensaladas, mayonesa, leche y sus derivados y dulces con cremas o natas. Los más seguros:el pan y derivados, los platos que se sirvan muy calientes, carnes y pescados bien cocinados, frutas con la piel intacta peladas o lavadas por uno mismo y pasta sin huevo recién cocida.

Cuidado con lo que comesLas intoxicaciones alimentarias y la famosa diarrea del viajero no suelen revestir gravedad, pero sus efectos bastan y sobran para amargarte unos cuantos días. Toma medidas

Más tiempo al aire libre, actividades más arriesgadas, cambios de horarios y de rutinas, comidas exóticas, excursiones, saltos a bomba, temporada alta de insectos y otros bichitos… Las vacaciones tienen sus pequeños riesgos: una diarrea inoportuna, un resbalón tonto en la piscina, una acidez pertinaz después de una comida copiosa, una ampolla tras una buena caminata… pueden ser suficiente para arruinarte un buen plan. Remediarlo es tan sencillo como tener a mano un botiquín de emergencias. ¿Qué debe contener? La Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp) nos da las pautas.

  • Material de cura básico: gasas esterilizadas, vendas, tiritas, antiséptico –agua oxigenada, alcohol, clorhexidina…–, esparadrapo, termómetro, tijeras y pinzas para para extraer astillas u otros objetos punzantes.
  • Antiácidos, antidiarreicos y laxantes. Los excesos, los cambios de horarios y los experimentos culinarios pondrán a prueba nuestro bienestar intestinal.
  • Analgésicos y antiinflamatorios. Los de uso más común son el ácido acetilsalicílico, el paracetamol y el ibuprofeno.
  • Repelentes de insectos y productos que alivien las picaduras. Consulta en la farmacia el más adecuado para niños y adultos.
  • Pomada para quemaduras de todo tipo, incluidas las producidas por una exposición excesiva al sol.
  • Si tu lugar de veraneo está en algún paraíso tropical, consulta con el especialista las recomendaciones específicas. Puede ser necesario incluir antibióticos de amplio espectro y antihistamínicos.
  • No olvides los documentos sanitarios: tarjeta, seguro y cartilla de vacunación.

En ruta, ¡qué mareo! ¿Solo con pensar en ponerte en marcha se te pone el estómago patas arriba? Aprende algunas estrategias para aliviar los síntomas y disfrutar del trayecto

Seis millones de españoles se marean de manera habitual en los viajes. Y raro es aquel que no ha experimentado la sensación, aunque sea ocasionalmente. Pero que nadie se avergüence, porque las náuseas, los vómitos, la palidez, el dolor de cabeza, la debilidad y el malestar general que provoca, le amargaron sus periplos hasta a los viajeros más célebres y curtidos. Cristóbal Colón, Cicerón, Julio César o Lawrence de Arabia las pasaron canutas por culpa de la cinetosis, que es como se llama el mareo originado por el movimiento. Se produce debido a la falta de coordinación entre la información que la parte del cerebro en la que se encuentra el órgano del equilibrio recibe desde los diferentes sistemas implicados: la vista, el oído y el sistema musculoesquelético. Es decir, que la sensación de velocidad que procede de la vista y del oído no se corresponde con la posición de nuestro cuerpo, que se mantiene quieto. Todo se mueve a nuestro alrededor mientras nosotros seguimos inmóviles: la desorientación está servida.

Hay personas más propensas que otras a marearse y, aunque suele afectar más a niños entre 2 y 12 años, nadie está libre de sufrirlo. Así que para que el trayecto no te amargue el principio de las vacaciones, sigue estas sencillas recomendaciones:

Antes de salir, evita comer alimentos muy pesados o grasos, las bebidas alcohólicas y gaseosas y la leche. Si el trayecto es largo, toma comidas frecuentes y ligeras: frutos secos, palitos de pan...

En el coche, el mejor lugar es el asiento del copiloto –la primera fila si vas en autobús– y con la vista al frente, un poco elevada de la línea del horizonte para estar orientado, pero evitar la sensación de velocidad.

Limpia y ventila bien el coche antes de salir. Los olores fuertes –tabaco, ambientador, perfumes…– no ayudan.

Vístete con ropa ligera y evita las temperaturas altas. Si el aire de la calle es fresquito, agradecerás viajar con las ventanillas abiertas. Si fuera aprieta el calor, pon el aire acondicionado.

Procura viajar en horas de luz, aunque no en las de máximo calor. Por la noche se pierden las referencias visuales, lo que favorece el mareo.

Realiza paradas frecuentes para poner los pies en el suelo y permitir que los distintos sistemas, ocular, vestibular y musculoesquelético, se pongan de acuerdo.

Si vas en barco, sitúate en el medio, donde hay menos movimiento. Lo ideal sería buscar un lugar ventilado en la cubierta, evitando las salidas de humos o los lugares donde se perciba el olor a combustible.

En un avión, los más estables son los asientos situados sobre las alas. Allí se perciben menos las vibraciones durante el trayecto y la sensación de vértigo durante el ascenso y descenso del avión.

Sea cual sea el medio de transporte, evita sentarte en sentido contrario a la dirección de la marcha. La pérdida de referencia visual aumenta la sensación de desorientación.

Evita la lectura o cualquier actividad que requiera fijar la vista en otro punto que no sea el sentido de la marcha. La mejor distracción es charlar.

La medicación, a tiempo

Si el mareo se te hace insoportable o quieres evitar ese mal rato a los niños, puedes consultarlo con el médico que prescriba algún fármaco adecuado.

Los hay en comprimidos, chicles, jarabe… Pero ten en cuenta que para que surta efecto, no puedes esperar a notar los síntomas para tomarlos. Hay que hacerlo como mínimo con media hora de antelación, mejor si es una o dos horas antes de salir.

Hasta el 14% de las personas que sufren mareos habitualmente ha llegado a cancelar alguno de sus planes de viaje por este desagradable motivo

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