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Evitemos los golpes de calor

El cerebro es una máquina asombrosamente sabia, también en lo que se refiere a la regulación de la temperatura del cuerpo: una glándula que hay en su interior –el hipotálamo– actúa como un auténtico termostato, pues recibe información desde distintas partes del cuerpo de la temperatura ambiental y pone en marcha los mecanismos necesarios para que el organismo se mantenga en torno a 37 grados.

Si hace frío, nos hace tiritar para entrar en calor, y si la temperatura es alta, como lo es en estos días de verano, intenta bajarla mediante una sudoración más abundante o la vasodilatación en la piel para que la sangre que circula por los capilares se refresque. Sin embargo, en determinadas situaciones –una excesiva exposición al sol o al hacer ejercicio físico intenso en un ambiente caluroso y húmedo–, el cerebro no responde tan bien como debería, dando lugar a un colapso por calor que, en personas sensibles, puede dar lugar a un peligroso “golpe de calor” o insolación.


Alerta roja

El cuerpo nos avisa de que está soportando más calor del que puede tolerar cuando sentimos cansancio extremo, un fuerte dolor de cabeza debilidad muscular, mareo e incluso náuseas o vómitos. Si esta situación se prolonga, podemos perder coordinación muscular y hasta la consciencia momentáneamente, pero nuestra temperatura corporal se mantiene normal o ligeramente elevada.

Permanecer a la sombra, beber agua fresca y refrescarse cabeza, nuca, cara y pecho con agua fría suele ser suficiente para recuperarse de estos colapsos de calor.

Pero cuidado: no hay que tardar en tomar estas medidas en cuanto se notan los síntomas, porque es posible que el organismo no sea capaz de reequilibrarse por sí mismo y que la situación se agrave y suponga una amenaza para la vida de la persona afectada.

Estamos hablando del “golpe de calor”, en el que la temperatura sube a más de 39 o 40 grados, la piel está seca y caliente y se pierde la consciencia, con riesgo de entrar en coma. Llevar al afectado a Urgencias en este caso puede salvarle la vida.


Para prevenirlos, recuerda:

Los golpes de calor se dan con más frecuencia en:

  • Personas de edad avanzada, bebés y niños pequeños.
  • Personas que toman diuréticos, tranquilizantes o antidepresivos.
  • Personas con obesidad diabéticos, hipertensos, y con enfermedades cardiacas y respiratorias.
  • Personas que abusan de las bebidas alcohólicas.

 
En estos casos, hay que tomar precauciones especiales ante el calor, como:

  • Beber de tres a cinco litros al día de líquidos que contengan sales minerales, y más cantidad si se hace ejercicio físico.
  • Usar ropa ligera que permita la transpiración.
  • Permanecer en lugares a la sombra y con aire acondicionado a temperatura suave.
  • Si se va a la playa o a la piscina, bañarse o refrescarse con el agua (cara, brazos, nuca, piernas, pies...), sobre todo si ha estado tomando el sol


Las horas centrales del día son las más calurosas. Por tanto, es mejor dejar las actividades al aire libre para un poco más tarde.

 

 

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