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Alcohol, los peligros de una copa de más

Beber alcohol en exceso puede provocar serios daños a la salud. Por eso, una mezcla bien cargada y en vaso largo de información, prevención y responsabilidad en su consumo es el único cóctel al que deberías engancharte.

La organización mundial de la Salud (OMS) ha dejado claras, en estudios como el Informe Mundial de Situación sobre Alcohol y Salud 2014, las consecuencias del abuso del alcohol: es el responsable de 3,3 millones de muertes en el mundo, es decir, del 5,9 por ciento de todos los fallecimientos (porcentaje que se dispara hasta el 25 por ciento en el grupo de edad comprendido entre los 20 y los 39 años). Además, supone el 5,1 por ciento de la carga mundial de morbilidad y lesiones y es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos. Todo ello supone una enorme carga para el sistema sanitario por enfermedades o por accidentes causados por el exceso en la ingesta de alcohol, un hábito que, además, influye en las interrelaciones sociales del individuo.

El alcohol es el nombre común del compuesto químico llamado etanol. Por su bajo peso molecular, esta sustancia es absorbida directamente por la pared del intestino delgado y de la mucosa estomacal.

El etanol llega hasta el riego sanguíneo en solo unos cinco minutos y puede alcanzar sus máximas concentraciones en sangre en un tiempo estimado de entre 30 y 90 minutos. La absorción es más lenta en las bebidas fermentadas, como la cerveza o el vino, que en las destiladas, como pueden ser la ginebra, el ron o el whisky.

La fase descendente de la alcoholemia (que es el nombre dado a la presencia de alcohol en sangre), que culmina con la completa eliminación del alcohol del torrente sanguíneo, es un proceso que puede tardar en completarse hasta unas 19 horas.

Uno de los principales problemas que debemos tener en cuenta es que, a mayor consumo, se necesitan cada vez mayores cantidades de alcohol para sentir los efectos euforizantes e inhibidores y, por lo tanto, el organismo puede sufrir mayores daños. Somnolencia, vómitos, diarrea, dificultades respiratorias, distorsiones visuales y auditivas, pérdida del conocimiento, anemia, problemas cardiovasculares o enfermedades hepáticas son, entre otras, las principales consecuencias del consumo excesivo de alcohol.

Daños neurológicos

Pablo Irimia, Vocal de Comunicación de la Sociedad Española de Neurología (SEN), advierte de los riesgos para el sistema nervioso que supone el abuso del alcohol:

«Aparte del resto de daños principales, afecta también al cerebro. De forma crónica puede ocasionar problemas por el daño directo a las neuronas y por la tendencia de las personas con problemas de alcoholismo a desnutrirse, que origina una carencia de nutrientes que tiene consecuencias directas en el cerebro. Por ejemplo, puede causar la Encefalopatía de

Wernicke, por falta de vitamina B1». Esta enfermedad, común en las personas que sufren alcoholismo, se caracteriza por movimientos oculares anormales, descoordinación a la hora de caminar y confusión. Puede llegar a ser mortal.

El doctor advierte, además, de problemas de salud como la pérdida de memoria, los problemas de comportamiento por los daños en los lóbulos frontales, la afección de músculos que llevan la sensibilidad de brazos y piernas y la atrofia en el cerebelo que origina un desequilibrio al andar. Dejar el consumo inadecuado de alcohol impide que avancen estos problemas e impide el serio riesgo de padecer graves trastornos de salud, como un ictus.

¿Dónde está el límite de consumo? «Beber un vaso de vino en las comidas puede ser saludable, pero todo lo que supere dos al día puede ser negativo para la persona.

El problema radica en el consumo crónico, habitual, aunque hay que vigilar casos como los de los jóvenes, que suelen tener intoxicaciones agudas que pueden producir ciertas alteraciones, no definitivas, pero sí peligrosas. Sobre todo porque pueden constituir el primer paso para una dependencia alcohólica», explica el doctor Irimia.

Problemas digestivos

En el caso de las complicaciones digestivas, Francisco García Fernández, especialista en aparato digestivo del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, y miembro de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), destaca los principales efectos nocivos de su abuso: «Afloja la válvula que cierra el estómago por arriba, el cardias, conocida popularmente como hernia de hiato, lo que afecta especialmente a personas con problemas de reflujo. La gastritis, el dolor en la zona epigástrica y la regurgitación nocturna son también consecuencias del abuso en la ingesta. Y, sin duda, los daños al hígado son muy importantes, ya que el exceso de alcohol es la causa principal, junto con el virus de la hepatitis C, de la cirrosis hepática, una enfermedad que limita la cantidad y calidad de vida de las personas que la padecen. El hígado graso, que se puede potenciar con el alcohol, también puede causar cirrosis».

Eso sí, el especialista advierte de que abandonar el consumo excesivo de alcohol puede ser decisivo para contrarrestar sus efectos: «Cuando se deja de beber, y si no hay un daño estructural hepático, ese daño puede ser reversible, ya que el hígado tiene una gran capacidad de regeneración, de recuperación. Y, por supuesto, en el reflujo, ya que es causa-consecuencia directa de este abuso del alcohol».

García Fernández coincide con el doctor Pablo Irimia en que una copa de vino o una cerveza al día, o un consumo ocasional moderado (en definitiva, un consumo responsable) no tiene por qué suponer, en el caso de individuos sanos, todos estos problemas: «Hay que tener en cuenta la variabilidad interindividual, ya que no todas las personas metabolizan de la misma forma. Por ello, hay que tener mucho cuidado con apreciaciones populares del tipo ‘Pues yo tengo un amigo que bebe bastante y está como una rosa…’, ya que, además, los síntomas pueden tardar en aparecer diez años o más». Por ello, ambos especialistas insisten en la importancia de la información y prevención, sobre todo de cara a los jóvenes, que piensan que las borracheras de fin de semana no tienen consecuencias, «ya que el resto de la semana no bebo…». Y sí pueden tenerlas.

Según la OMS, recientemente se ha establecido una relación entre el consumo de alcohol en exceso y la incidencia de enfermedades infecciosas como la tuberculosis y el VIH/sida, ya que las personas que beben demasiado pueden bajar la guardia en la protección cuando mantienen relaciones sexuales.

Objetivo: cero copas

La labor de las instituciones públicas es fundamental para informar sobre el peligro que acarrea para la salud el consumo excesivo de alcohol. Como advierte la OMS, «compete a los países la responsabilidad principal de formular, aplicar, vigilar y evaluar políticas públicas para disminuir el consumo nocivo de alcohol».

El gran alcance de estas campañas de sensibilización se explica no solo por la clara incidencia de enfermedades, sino por los daños producidos en accidentes de tráfico, laborales e, incluso, en la violencia de género.

En el caso de la seguridad vial, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha reforzado su lucha contra los efectos del alcohol con la reducción del índice de alcoholemia (volumen de alcohol en sangre, medido en gramos de alcohol por litro de sangre o su equivalente en aire espirado) y con el incremento en los controles en carretera, además de la edición de manuales como El alcohol y la conducción. En él, el organismo advierte de cómo se podrían evitar muchos fallecimientos (entre 30 y 50 de cada 100 muertes en carretera están originadas por el alcohol) si se prescinde de su consumo y cómo el exceso de confianza (‘yo controlo al volante, nunca me ha pasado nada’…) es el principal enemigo que todos debemos combatir.

 

EL ALCOHOL EN EXCESO PUEDE CAUSAR PROBLEMAS POR EL DAÑO DIRECTO A LAS NEURONAS

 

LA MODERACIÓN ES LA CLAVE

El alcohol se considera una sustancia psicoactiva, por ejercer un efecto directo sobre el sistema nervioso central y porque es capaz de inhibir el dolor y de influir en el ánimo y en la percepción de la realidad. Todo ello puede ser un peligro para la salud. Por ello hay que consumirlo con responsabilidad, como señalan instituciones como la Fundación Alcohol y Sociedad, entidad sin ánimo de lucro creada en el año 2000 con el objetivo principal de eliminar hábitos indebidos en el consumo de alcohol. _El consumo moderado, sensato y responsable de bebidas con contenido alcohólico no tiene efectos negativos para la salud en personas que no pertenezcan a los colectivos denominados de riesgo (conductores, embarazadas, menores, enfermos…). Tanto la cultura como la ciencia constituyen una poderosa influencia para inculcar hábitos de consumo responsable_, explican desde este organismo.

 

EL CONSUMO EXCESIVO DE ALCOHOL ES RESPONSABLE DE 3,3 MILLONES DE MUERTES EN EL MUNDO, ES DECIR, DEL 5,9% DE TODOS LOS FALLECIMIENTOS

 

FALSOS MITOS SOBRE EL ALCOHOL

En nuestra sociedad abundan todo tipo de opiniones, creencias (y ocurrencias) sobre el alcohol, la mayoría de ellas infundadas. Repasamos algunas.

ES UN ESTIMULANTE. En realidad, el alcohol es una sustancia depresora del sistema nervioso central.

MEJORA LAS RELACIONES SEXUALES. Al contrario, puede inhibirlas, porque interfiere en la capacidad sexual.

SOLO BEBO CERVEZA, NO HAY PROBLEMA. No lo hay si es un consumo responsable, pero su ingesta excesiva y cotidiana supondrá problemas de salud.

TENGO RESACA, ME TOMO UNA COPA Y SE ME QUITA. Falso, ya que se ingiere la misma sustancia que produjo la intoxicación etílica.

SI HAGO EJERCICIO O VOMITO SE VA EL EFECTO. Según diversos estudios, solo se lograría eliminar un mínimo porcentaje de alcohol en sangre.

NO ME TOMO OTRA COPA, QUE EN MEDIA HORA TENGO QUE COGER EL COCHE. Esto es un error muy grave, ya que los efectos pueden empezar a manifestarse hasta una hora después.

SI TOMAS UN PAR DE CUCHARADAS DE ACEITE, EL ALCOHOL NO TE SIENTA MAL AL ESTÓMAGO. Falso. Más temprano que tarde, el alcohol entrará en contacto con el aparato digestivo.

ME OLVIDO DE MIS PROBLEMAS. Obviamente, se pueden olvidar… pero, durante y después del abuso del alcohol, los problemas siguen ahí, con el problema adicional del daño a nuestra salud.

 

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