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Cuello y escote: Los grandes olvidados

En el cuidado diario de nuestra piel hay dos zonas que solemos descuidar: el cuello y la zona del escote. Paradójicamente, son las áreas en las que más se nota el paso del tiempo y las que actúan como carta de presentación ante los demás.


Sin embargo, no les prestamos toda la atención que requieren. Piénsalo: cuando se trata de cuidar tu rostro, no dudas en aplicarte cremas hidratantes, sérums o mascarillas, pero, ¿cómo cuidas tu cuello y escote? Si no sueles dedicarles el tiempo que merecen, ya va siendo hora de que cambies de hábitos. Aquí vamos a darte algunos consejos para mantener joven y sana estas zonas tan delicadas.

Los cuidados básicos son los mismos que para el rostro, siempre que estos sean específicos para pieles secas o normales. Cuando el tratamiento del rostro es para pieles mixtas o para regular la secreción sebácea (de grasa), solo lo aplicaremos en el escote si esta piel presenta granitos o microquistes de grasa. Aunque, muchas veces, los granitos del escote no son consecuencia de un exceso de grasa, sino de una reacción alérgica de la piel por el contacto con algún tejido o metal.

No es nada recomendable realizarse exfoliaciones frecuentes en la piel del escote, puesto que es especialmente fina y sensible.

Cuidado con el sol. Esta zona es delicada, por lo que no debes olvidar aplicarte crema protectora para evitar posibles manchas y un envejecimiento precoz (fotoenvejecimiento).

Las pequeñas arruguitas que aparecen en el escote y en el cuello, sobre todo a partir de los 35 años, indican que la piel está deshidratada y desnutrida. Las cremas nutritivas o antiedad son las más indicadas para tratar y prevenir los signos de envejecimiento de la piel del escote.

Usa crema hidratante a diario. Al igual que la aplicamos en la cara, es importante extenderla también por cuello y escote, de arriba abajo.

Por la noche utiliza crema nutritiva, para nutrir la piel y protegerla de los factores ambientales que la dañan.

Ejercicios para mantener tu cuello firme

Si quieres que la piel de tu cuello recupere su elasticidad natural y que se mantenga joven por más tiempo, bastará con que realices estos sencillos ejercicios una vez por semana:

  1. Sentada y con el cuello estirado, mirar hacia el techo y luego mirar una vez a cada hombro, alternativamente (10 veces).

  2. Mover la cabeza adelante y atrás y de un lado a otro (10 veces).

  3. Dejar caer la caer la cabeza y rotar (5 veces).

  4. Levantar los hombros hacia las orejas y llevarlos hacia atrás (10 veces).

  5. Abrir la boca hasta que la mandíbula esté completamente abierta y volverla a cerrar (5 veces).

  6. Intentar sacar con cuidado la mandíbula inferior todo lo posible y devolverla a su sitio (10 veces).

  7. Tumbada en el suelo, levantar la cabeza todo que puedas, estirando el cuello (5 veces).

Durante el embarazo...

A lo largo de los nueve meses de gestación, todas las futuras mamás deben evitar al máximo la exposición solar sin protección en la zona del escote, puesto que son más propensas a la aparición de manchas.

Debido al aumento del tamaño del pecho, es muy conveniente aplicarse de forma intensiva una crema hidratante durante todo el embarazo para evitar las temidas estrías y la posterior flaccidez. También es importante continuar con estos cuidados durante la lactancia, utilizando productos específicos.

En cada edad, un tipo de piel

  • De los 14 a 18 años: En la adolescencia tienen lugar los cambios hormonales que producen un aumento de la secreción sebácea, una mayor producción de grasa que modifica el estado de la piel. La higiene y la hidratación son fundamentales en estos años para prevenir problemas como el acné.

  • De los 19 a los 35 años: En la juventud, la piel recupera su elasticidad y tersura, pero no debe cuidarse en ningún momento, porque poco a poco irán apareciendo las líneas de expresión y las arruguitas en la frente y el contorno de ojos.

  • De los 36 a 50 años: En la edad adulta comienza a disminuir la producción de colágeno y elastina, la dermis poco a poco va adelgazando, aumenta la pérdida de agua, se marcan las arrugas, el óvalo empieza a desdibujarse y el cuello pierde firmeza. La microcirculación se ralentiza y la piel va perdiendo luminosidad. Poco a poco los poros se hacen más visibles y la circulación linfática más lenta, dando lugar al hinchazón y a la aparición de bolsas bajo los ojos. Por tanto, es necesario un cuidado integral.

  • A partir De los 50 años: Con la menopausia, el cuerpo de la mujer sufre una disminución de los estrógenos y, como consecuencia, se ralentiza el metabolismo. En esta fase se produce una disminución y endurecimiento de las fibras de colágeno y elastina que pierden su función de soporte de la epidermis y provocan la flacidez y descolgamiento. La piel pierde grosor y se torna más seca. También aparecen manchas debido a que los melanocitos, que son las células encargadas del color, se desordenan. De nuevo, una hidratación intensiva especializada es clave desde esta edad.

 

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